Notaba el aliento y la respiración agitada de Hatim. Él tenía los ojos cerrados, se notaba que estaba nervioso pero yo lo estaba aún más, parecía una hoja, temblaba de pies a cabeza a pesar del peso que tenía encima. Hatim apartó su mano de mi boca y me indicó que no hablara poniendo su dedo incide en sus labios. Aquel ser se estaba acercando, veía como se movía entre los árboles. La luna lo iluminó y dio al descubierto una figura enorme, peluda, parecida a un perro pero más grande. Era un lobo. El lobo no paraba de gruñir. Tenía mucho miedo. Abracé con todas mis fuerzas a Hatim, el no se movió. El pánico se apoderó totalmente de mí y empecé a llorar silenciosamente, en cualquier momento iba a gritar, no me podía controlar. Hatim se dio cuenta de mi estado.-Tranquila.- susurró en mi oído.- Se irá ahora, solo resiste un poco más...
No podía, estaba viendo como aquel lobo se acercaba más hasta tenerlo a unos cuantos metros, nos separaba un árbol. El lobo dio un paso más, yo iba a gritar, entonces Hatim me detuvo. En ese momento todo se detuvo. El tiempo, los nervios, el pánico. Todo. Hatim separo sus labios de los míos y suspiró. Yo seguía de piedra. Desconcertada. Me había besado.
-Ya se ha ido.- anunció. Sus palabras me tranquilizaron, no sabía cuánto tiempo había pasado. Aquel beso detuvo mi tiempo. Hatim se levantó con cuidado y me intentó ayudar a levantarme, yo no podía ponerme de pie, mis piernas temblaban mucho y no podía mantener el equilibrio. Hatim me cogió en sus brazos. Por alguna razón me sentía segura en ellos, él me había salvado de aquella bestia pero si no fuera por el yo no habría salido, ni hubiera corrido peligro. Temblando me puse comida entre sus brazos, reposé mi cabeza en su pecho y cerré los ojos.
-Veo que te gusta estar en mis brazos.- dijo Hatim rompiendo el silencio del bosque. Le miré, ya no estaba serio, parecía relajado. Me limité a a cerrar los ojos. Ya no estaba nerviosa, ni tenía pánico. Aquel chico me relajaba.- Ya hemos llegado.- dijo mirándome con una sonrisa, me ayudó a separarme de él y ponerme de pie. Abrí la puerta de la cocina y le invité a entrar. Hatim me pidió que me sentara en una silla que estaba por la cocina mientras él me preparaba un té para calmarme. Mientras lo preparaba me fijé aún más en el. No me había fijado antes, él tenía un cuerpo de atleta, su camisa blanca marcaba sus fuertes brazos. Hatim tenía el pelo peinado hacia atrás, le quedaba bien la barba y estaba mucho más guapo serio. Estaba muy concentrado preparando el té.
<<¿En qué estará pensando?>> pensé.
-¿En qué estás pensando?.- me preguntó despertándome de mis pensamientos.
-Estaba pensando en que estarías pensando.- contesté. El me miró y soltó una risa traviesa.
-¿Te estás quedando conmigo o que?.- preguntó en tono broma.
-Hablo en serio...- solté.
-¿Por qué quieres saber lo que estoy pensando?.- preguntó acercándose a mí con una taza de té. Lo cogí y di un sorbo. No tenía azúcar. No dije nada, me limité a beber sorbitos.- ¿Por qué no eres sincera conmigo?.- Aquella pregunta me dejó atónita.- El té no tiene azúcar, está amargo, pero aun así te lo estás tomando.
¿Aquello era una trampa?
-Si algo no te gusta, dilo.- añadió.- No te quedes callada.- suspiró.- Confía en mí.- sus ojos me absorbieron completamente, sumergiéndome en un mar de calma.- He estado pensando en ti cada día, durante estos cuatro años. No puedo olvidarte, tú cambiaste mi vida, gracias a ti estoy aquí de pie.- Sentía que sus palabras estaban muy lejos de mi. Los párpados me pesaban intenté mantener los ojos abiertos pero no podía. La taza de té resbaló de mis manos y cayó al suelo haciendo un sonido sordo. Noté los brazos de Hatim, estaba pronunciando mi nombre. No sentí nada más.
Una luz tenue débil entraba del ventanal de mi habitación, estaba amaneciendo. Me incorporé en la cama y vi como el sol salía e iluminaba cada rincón oscuro del bosque. No recordaba nada de lo que había pasado la noche nterior, tenía unas extrañas imágenes en mi cabeza pero pensé que era un sueño. Cuando entré en la cocina Hatim me confirmó de que todo aquello no había sido un sueño. Hatim estaba preparando el desayuno, se movía ágilmente de un lado a otro de la cocina. Lo observé durante un rato hasta que se dio cuenta de mi presencia.
-Buenos días.- dijo con un tono severo.
-¿Qué haces aquí?.- cuestioné.-¿Qué fue lo de ayer?
-Primero desayuna y luego hablamos.- declaró mientras dejaba sobre la mesa el desayuno que consistía de una taza de café, huevos fritos y unas magdalenas que estaba segura que no había comprado yo. Me senté en la silla y reposé mis brazos sobre la mesa. Observé a Hatim que se sentó en el extremo de la mesa. Él tenía una expresión severa. ¿Qué había pasado?
-¿Cuánto tiempo llevas viviendo en esta casa?.- preguntó repentinamente.
-Desde que llegué.- repliqué. Mi respuesta no pareció convencerle.- Dos semanas.
-¿No te da miedo vivir aquí sola?.- preguntó.
-¿Por qué tantas preguntas?.- di un sorbo al café.-¿Qué fue lo de ayer?
Hatim cogió el diario y lo dejó sobre la mesa. Yo no entendía nada. Me indicó que cogiera el diario y lo leyera. Asentí y empecé a leer la portada.
"León perdido en las afueras de Atenas"
Al leer aquello me congelé, quise seguir leyendo pero Hatim me arrebató el diario de las manos. Estaba atónita.
-Al parecer, han montado una feria aquí cerca y se les ha escapado el anfitrión.- dijo Hatim sentándose otra vez en el borde de la mesa.
-¿Lo de ayer...
-Sí, era el León.- me interrumpió Hatim.- Allah nos ha protegido.