CAPÍTULO 5

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Alexandra me habló de Hatim, me dijo que él estuvo viviendo en España, cuando murió su madre se mudó a Atenas con su familia. ¿Era casualidad o una jugada del destino? Pero Hatim no se acordaba de mí, apenas vaciló al verme, yo tampoco había mostrado alguna expresión. ¿Me habrá reconocido y simplemente se hace el tonto?

No le conté nada a Alexandra, de momento. Quería contarle pero más tarde. Estuve toda la noche dando vueltas al asunto, apenas dormí. Alexandra se había quedado a dormir en mi casa porque aún no me había adaptado a vivir sola y mucho menos en una casa tan grande. Durante la primera semana no supe nada más de Hatim, quería preguntar a Alexandra pero me parecía un poco inoportuno y no dije nada, simplemente quise olvidar el tema y disfrutar de aquellos últimos días de vacaciones, pues las clases empezarían en unos días. Alexandra me ayudó con el papeleo del empadronamiento, la inscripción en la universidad. Llamaba todos los días a mi madre para contarle lo que iba viviendo en Grecia.

-Laila ¿Qué te parece si quedamos con Hatim y vamos a dar una vuelta?.- propuso Alexandra. Al fin hablaba de Hatim. Estuve pensando en ese chico durante semanas. No podía sacármelo de la cabeza. Acepté la propuesta de Alexandra y quedemos con Hatim, esta vez lo observé mejor y intenté recordar su cara de hace cuatro años. Había crecido muchísimo, era más alto y muchísimo más guapo, en sus ojos ya no se reflejaba aquella tristeza. Hatim me pilló mirándole, yo disimulé apartando la mirada. Cuando lleguemos a una tienda de helados, Alexandra nos invitó, yo y Hatim nos quedemos esperándola fuera del local. Entre yo y él se creó un incómodo silencio. Yo clavé mi mirada en el suelo, notaba su mirada en mí.

-Has cambiado mucho durante estos últimos cuatro años.- dijo finalmente Hatim. Subí la mirada sorprendida y me encontré con aquellos ojos almendrados, brillantes. Me había reconocido. Algo en mí se encendió, no sabía el qué, pero notaba que mi interior estaba ardiendo. Un fuego intenso o tal vez cenizas que aún tenían vida. No despeguemos nuestra mirada, sus ojos me hipnotizaban y hacían que perdiera el habla.

-Tu has crecido demasiado... Ahora tengo que alzar la cabeza para mirarte.- bromeé. Los dos reímos. Noté una extraña sensación, parecida a la nostalgia, eché de menos las visitas que hacía a mi difunto padre. Lo echaba mucho de menos. Alexandra pareció y se nos quedó mirando.

-¿Os pasa algo?.- preguntó con dos helados en una mano y otro helado en otra. Hatim se apresuró y cogió un helado antes de que se le cayeran de las manos a Alexandra, yo cogí el mío y paseemos por las calles de Grecia hasta que cayó la noche.

Reencuentro En AtenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora