Era ya muy entrada la noche, pero Taylor no podía pegar un ojo. Daba vueltas en la gran cama que solía compartir con Harry y trató de distinguir su aroma entre las sábanas y el nudo en la garganta se volvió a hacer presente. Lo extrañaba demasiado.
Se levantó de la cama y con pasos temblorosos fue hasta la sala de composición, donde tantas canciones habían nacido, y tanto amor se había cultivado. Una brisa fría la recorrió al abrir la puerta y se estremeció de pies a cabeza. Caminó entre los papeles que no había sido capaz de recoger; sintió la fatiga en sus piernas, la edad no estaba llegando sola.
Se sentó en el escritorio principal y abrió el cajón más grande, sumergió sus manos en la horda de papeles que conocía de memoria: fotos de su vida, bocetos de canciones que nunca existieron y cartas de amor que nunca se enviaron. Al aventurar sus manos un poco más al fondo, encontró una pequeña manija dorada, jamás se había dado cuenta de su existencia; con esfuerzo sacó el cajón y lo puso en el suelo, volvió a escarbar entre los papeles hasta encontrar una vez más la manija dorada, que brillaba con la luz de la luna. Taylor suspiró, predispuesta para lo peor y jaló el trozo de metal dorado. Para su sorpresa, apareció un cajón falso, que contenía una libreta, una hoja amarillenta y una polaroid vieja; tomó todo entre sus arrugadas manos y vio la foto: la primera que se habían tomado juntos, él besándola en la mejilla, cuando su amor apenas estaba naciendo; después, desvió su atención a la hoja, que tenía un color amarillo, como los libros viejos; leyó lo que ahí había escrito, era la primera versión de Perfect, la que Harry y Lou habían escrito para ella, llena de tachones y anotaciones, pero también de amor. Por último, la libreta, sus hojas gruesas y añejas con el paso de los años; la abrió y encontró una dedicatoria con la letra de Eleanor, leyó con los ojos llorosos y dio vuelta a la página, donde había un solitario título: 1989; siguió pasando páginas y cayó en cuenta, eran las reacciones de Harry al escuchar 1989, la mujer no pudo evitar llorar recordando a su esposo; nunca en los 60 años que lograron cumplir de matrimonio se sintió más amada y apreciada que en ese momento, leyendo a un Harry de 19 años reaccionar a sus canciones. Casi al final había una nota relativamente nueva que decía: No supe que estaba muerto hasta que la tuve a ella, mi vida, de nuevo en mis brazos
Al final, con la letra de Gemma se apreciaba con tinta morada: Cuando Harry Escuchó 1989-------------------------------------------
Listo, definitivamente, extrañaré escribir aquí, pero todo lo bueno tiene su final... Excepto Haylor, eso nunca se acaba.
ESTÁS LEYENDO
When Harry listened to 1989
Fanfiction¿Qué pasa cuando Louis Tomlinson le regala de Navidad a Harry Styles el disco de su ex? ¿Qué pensaría Harry mientras escuchaba las canciones dedicadas a él? ¿Qué pasará cuando termine de analizarlo? La idea es netamente mía, no acepto copias, adapta...