Los Demonios

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El Ángel de las Almas

Por Mary G.B

Los demonios

Era tan oscuro. Todo a su alrededor era oscuro. Aquella risa se podía escuchar tan clara, aquella persona que caminaba entre la oscuridad y la luz de la luna. Solitario. Sombrío. Solo algo lo seguían sus ganas de vengarse.

Cada paso que daba, una grieta en el suelo. Cada vez que apretaba sus puños, más se escuchaba las almas llenas de penas. Entre más frio había en el lugar, más calor tenía en su corazón.

Venganza.

Caminaba en aquel rio que era conectado por varias cloacas donde podía ver su reflejo en el agua, donde podía ver en su mano el alma de su padre.

-Ahora sí, padre…vengare tu muerte, reviviéndote- llego al punto central del rio y observo aquella bola donde estaba el alma de Verious con una sonrisa de lado- Ya falta poco para ello.

Aquella guerra entre demonios y ángeles volvería y esta vez se aseguraría de matar a Klein, su hermanastro.

Los gritos no dejaban de cesar en la habitación.

-CALMATE!- grito Cyril- AMY!

La chica se movía de un lado al otro, sus ojos estaban cerrados, el sello estaba encendido y aunque intentara el joven hombre en controlarla era imposible.

-Klein cada vez es peor.

Klein la tomaba de las muñecas para tenerla quieta.- Debe de haber una forma, no me voy a rendir, Cyril.

-Ni yo tampoco.

Y nuevamente coloco dos dedos en el sello.

-Escóndete, escóndete-

-¿Donde? ¿Dime Dónde?

¿Dónde debía de ir, donde debía de correr?

El pecho me dolía y cada vez podía escuchar los gritos de varias personas que rasgaban mi cuerpo.

-Vete, Él viene, Él viene.

-Cyril- Klein volteo a ver a Cyril preocupado- Cyril, la piel de Amy!

En la piel de la joven se veía los rasguños, la chica no dejaba de gritar. Klein ya no lo podía soportar era la doceava vez que le sucedía aquello a la joven.

-AMY!

Grito esperanzado que la joven lo escuchara.

-Klein, se está calmando- aviso Cyril.- Helen, necesito la pócima del trébol de seis hojas!

-Si

La anciana corrió hacia la otra habitación mientras Amy recuperaba la respiración y empezaba a quedarse quieta en seguida llego la rechoncha vieja con el frasco.

-Ponlo en las heridas graves eso detendrá a que vuelvan a salir.

Así como lo ordeno, lo hizo. Coloco uno en cada herida y una vez la hoja tocara la piel de la chica era absorbida dejando la marca del trébol.

-Klein, todo estará bien- tranquilizó al joven- Sé que es la doceava vez que te lo he dicho.

-Ya lo sé.

-¿Quién viene? ¿Por qué debo esconderme?

-Ten cuidado, debes apresurarte, apresurarte.

Susurraban.

-¿Que quiere él de mí?

-Matar…- Amy abrió los ojos sorpresivamente, como si su alma volviera a su cuerpo miro el rostro pálido de Klein y luego miro a Cyril sumamente sudado.

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