Querido Milo

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"Deseo que te pudieras quedar conmigo todo el día, me gustaría poder cambiar tu mente y hacer de la distancia nuestro hogar, daría cualquier cosa por oírte decir: Te estaré amando eternamente"

—Degel, ¿no vienes?— Shion entró en el templo de acuario que estaba casi en su totalidad congelado—. ¡Wow! Degel, ¿sabes qué? no puedes seguir así—aseguró tratando de animar a su amigo, quien sólo cerro el libro que leia con brusquedad.

—¿En qué puedo ayudarte?— preguntó levantándose de su estancia para caminar hacia una pequeña mesita en medio de los dos pequeños sofás de la sala de estar.

—Que bonito, no sabía que te iban los bonsái— comento mientras que ignoraba la fría respuesta. El acuariano sonrió tocando con cariño las pequeñas ramitas.

—Me lo dio Kardia antes de partir a Siberia, es un árbol de manzano— Shion miró al pequeño árbol con duda.

—Da mini manzanas— Degel cerró los ojos para no reír ante la ocurrencia de este.

—Sólo producirá una, eso lo hace mas especial—dijo acariciando la maceta de cerámica hecha a mano por Kardia.

—¿Iras al funeral?— Preguntó. El santo dejó de tocar el pequeño árbol, pero no alejó su mirada del mismo.

—¿Deberia?, no hay a quien llorar. Él no está ahí, sólo enterraremos más tierra sobre más tierra, no hay nada que me ancle a ese lugar— el santo de Aries suspiró ante las palabras de su compañero, sabía que tenía razón pero Athena insistía que al menos su amigo merecía una recepción.

— ¿Por qué no vas al lugar donde siempre iban?, él debe estar esperándote ahí, él seria incapaz de marcharse sin despedirse— Degel miró fijamente a Shion como si hubiera dicho por primera vez algo coherente en toda la conversación.

—Lo pensaré— sólo asintió ante la respuesta y salió enseguida, ya que si se queda más tiempo quizás se congelaría.

El acuariano sólo espero que su compañero saliera para dejar escapar gruesas lágrimas, le costaba fingir que no le importaba, ya no podía mantenerse más al margen, tener que fingir que los sentimientos de la perdida de alguien importante no le afectaban era falso.

—Sabía que te desmoronarías pronto—Degel se giró secando rápidamente las lágrimas de su rostro, para toparse con una cálida sonrisa acompañada de serena mirada de Manigoldo el compañero de parrandas de Kardia.

"Mani es mi mejor amigo eso no lo puedo negar, pero tú eres alguien más especial"

Degel se dejó caer en el frio piso de su templo no fingiría delante del hombre que lo acababa de ver llorar frente un mini árbol de manzano.

—Lo vi plantarlo, tuvo que leer mucho para lograr que se quedara así, era gracioso ver como se esforzaba. Él odiaba leer, no había poder humano que le hiciera leer más de dos páginas, de milagro sabía hacerlo— Comentó Manigoldo ensanchando su pequeña sonrisa, mientras miraba a la nada.

—Lo sé, le gustaba que leyera para él en las noches— Respondió escondiendo su rostro entre sus piernas flexionadas.

—Sé que es tarde para decirte esto, pero no puedo guardar este secreto—comentó el santo de cáncer haciendo que Degel levantara su vista por un momento.

"Lo amo Manigoldo, me gusta mucho, pienso declararme al regresar de la misión"

—Degel, él... ¡rayos! yo no debería de decirte esto... Kardia estaba enamorado de ti, me lo dijo antes de irse contigo a Siberia, por eso siempre te regalaba muchas cosas, por eso dejó de salir conmigo para quedarse todas las noches a que leyeras poesía y más importante... me comento algo sobre un Milo,¿Qué es un Milo?—dijo sobándose los brazos por el frio.

The Snow Queen "Crystal Knight"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora