Lunes, 12 de enero

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Querida Rina:
Empieza la semana. Llegué del colegio agotada. Pero estoy contenta, porque saqué muy buena nota en mi control de Mate. La profesora de Mate me quiere bastante. Eso es bueno. No fue así al inicio. El año pasado yo empecé con problemas en Matemática y la Pérez, así le decimos a la profesora, me amenazó con quitarme de Latín. Yo entré en Latín porque mi mamá quería. O sea yo también quería, pero casi nadie entro porque todos los papás les dicen a sus hijos que el Latín es una lengua muerta y que no sirve para nada. Creo que nuestro colegio es el único del país que tiene Latín como materia. Mi mamá dice que sirve, que es la base, que me va a ayudar mucho, sobre todo porque yo de grande quiero estudiar Lenguas. Me gustaría mucho ganarme la vida como traductora. Así que le hice caso a mi mamá y me metí a Latín. Pero como era materia opcional, cuando empecé a flaquear la Pérez dijo que me iba a sacar porque prefería que aprovechara esa hora para tomar unas clases extras de Matemáticas.

Mi mamá me dijo entonces que hablara con ella y le explicara que para mí el Latín era importante y que me diera otra oportunidad. Yo tenía miedo, Rina, no te imaginas, la Pérez es feroz. Yodos le tienen miedo, y yo que soy más bien tímida, bueno, ya te imaginarás. Pero saqué fuerzas de no sé donde y lo hice. Le dije que yo prometía esforzarme, pero que por favor me diera otra oportunidad, que yo le proponía que mirara mi próxima nota y que si seguía con malas calificaciones, entonces tenía todo el derecho de sacarme de Latín, pero que si mejoraba me permitiría seguir en esa clase. Me lancé a hablar con la Pérez, ¿puedes creer? Yo, Victoria Armendáriz García, la chica más tímida del colegio, me atreví a hablar con la Pérez.

Desde ahí me quiere. Me quiere porque dice que soy capaz de enfrentar una situación. Me dio una segunda oportunidad; puedo seguir con Latín y mejoré en Matemática y a la Pérez se siente contenta. En cuanto al Latín, qué te diré, la verdad es que es súper complicado, me toca estudiar muchísimo, pero en el fondo sí estoy contenta de haberlo tomado, uno porque sí creo que me va a ayudar en mis estudios; luego, y segundo, porque somos súper pocos, nos llevamos chévere.

Entre mis compañeros está Dominique, la que fue mi mejor amiga hasta segundo grado, ¿te acuerdas? Y casi siempre nos sentamos juntas y conversamos. Ella ya ha tenido muchos novios, yo ninguno. Mi mamá dice que mejor que todavía no tenga novio porque una sufre mucho cuando se enamora.

Lo que pasa es que en tercer grado tuve una mejor amiga, la que es todavía mi mejor amiga, se llama Marisa. Siempre andábamos dos a todo lado y de pronto nos empezó a unir Daniel. Fue una de las épocas más hermosas de mi vida. No nos separábamos para nada.

Daniel nos contaba de su vida. Él no vive con su mamá, vive con su papá y a mí eso parecía tan triste. Nos contábamos todo y siempre estábamos juntos. Todos decían que Daniel estaba de mí y yo de él. Pero las cosas cambiaron cuando entramos a cuarto grado. Yo no entiendo por qué él comenzó alejarse. El primer día de clases pasó con nosotros y la primera semana, pero luego se fue con los hombres.

Marisa y yo nos quedamos tan sorprendidas que un día le llamamos y le preguntamos que por qué. Pero él no dijo mucho, sólo que había que estar con todos y se alejó corriendo a jugar futbol. Yo empecé a entristecerme. No sabía, nunca había sentido algo así. Era como que no tenía ganas de hacer nada si no estaba él. Perdí interés por todo.

Los días se me hacían largos. Era horrible. Un día decidí preguntarle que por qué, pero mi mamá me dijo que no lo hiciera, que él estaba en otra y que se me iba a reír.

Yo conversaba mucho con mi mamá durante esa época y por suerte ella me aconsejaba, porque ahora me doy cuenta de lo mal que hubiera quedado si me acercaba a preguntarle. Una vez le escribí una carta, ¿puedes creer? Por suerte no le mandé. Ahí le decía que le odiaba por lo mucho que me había hecho sufrir. Yo creo que él se daba cuenta a leguas de que yo estaba de él. Cuando entramos a primer curso, él comenzó a formar parte del “grupito”. Ahora, por supuesto, es uno de los más populares, pero a mí ya no me importa.
El año pasado todavía me importaba y lo que más me dolió es que una vez supe que había dicho que a mí me faltaba crecer. Como si andar hecho el muy-muy, e irse a la Plaza, que es a donde van todos los populares los viernes, fuera ser grande. La verdad, ya no me importa; bueno me importa un poquito, pero ya casi nada. Así, que esa es la historia de mi “supuesto” primer novio. Y aunque ahora ya lo haya superado, hasta el año pasado sí sufrí y sí me importó.

Te cuento que ahora llegó un nuevo alumno. Es del Canadá, de Montreal; se llama Yves. Es rubio de ojos azules. Todas dicen que es súper guapo. No sé, a mí no me pareció tanto. No habla español y el francés que habla es súper chistoso, es el acento canadiense que no tiene nada que ver con el francés. Nos estuvo contando que allá hace casi todo el año frío y que está aquí porque su papá es el gerente de una compañía minera

 Nos estuvo contando que allá hace casi todo el año frío y que está aquí porque su papá es el gerente de una compañía minera

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Creo que este viernes vamos a ir la Plaza con unas amigas, no con Marisa, a ella no le dejan. Tal vez con las amigas de mi ñaña. Sí tengo ganas de ir, aunque a veces, cuando todas conversan, me quedo callada. No sé de qué hablar. ¿De qué se habla con la gente?. A mí no me salen las palabras, no sé qué decir. No es como contigo, Rina, a ti sí que siento que te puedo contar todo.
Victoria🎆

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