Miércoles, 4 de febrero

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Diario:
Ayer vino a dormir Amaia, mi media hermana. Vino a despedirse, porque mañana regresa a Buenos Aires. No sé si es mi media hermana o mi hermana, o en realidad nada. La conocimos cuando mi mamá fue a hacer una película. Mi mamá también hace películas, o sea escribe y dirige, y cuando teníamos seis años, se fue por dos meses a hacer una película a una hora y media de Quito. Nosotras nos quedamos con mi abuelita. Es que vivimos todos en el mismo edificio, ya te contaré algún rato cómo es.

Nosotras fuimos a visitarle a mi mamá en las vacaciones de carnaval y ahí estaba Amaia. Mi mami y Alberto todavía no eran novios, pero yo creo que ya se gustaban y mi mami le propuso a Alberto que Amaia fuera a dormir a su cuarto, pues él dormía en un cuarto con otras personas. Amaia vino. Ella tenía doce años y a mí me parecía la chica más linda que había visto. Tenía el pelo color miel, churón, casi hasta la cintura y los ojos verdes. Por la noche mi mami nos llevó a una de las casas del rodaje y bailamos. Hay una foto en que estamos bailando las dos con una de las actrices.

Me gusta mirarla ahora. Cuando volvimos a la casa ella se quedó despierta conmigo contándome de Harry Potter que, según ella, era un dios. Fue la primera vez que yo escuché acerca de Harry Potter. Yo le dije mi nombre y que a mí me encataba meterme en problemas. Pasamos lindo esa noche; mi hermana se fue a dormir con mi papi, que era el fotógrafo de la película; entonces no participó de esto, pero al día siguiente yo le conte de Amaia.

Lo malo fue que ese día Amaia ni nos regresó a ver porque en la hacienda donde estaban filmando había una chica de su edad y ella se fue con esa niña. Y ahora que lo pienso, me doy cuenta que así ha sido siempre mi relación con Amaia. Ella a veces pasa con nosotras y otras no.

Después del rodaje, mi mami se hizo novia de Alberto y comenzamos a salir todos. Era lindo. Salíamos de paseo oa comer pizza o al cine. Una noche hicimos una pijamada en nuestra casa y Amaia y yo nos fuimos a la madrugada a comer nutella. Es que no podíamos dormir. Yo creo que para las dos era difícil aceptar que nuestros padres eran novios. Después ya fuimos una familia y Amaia vivía con nosotras. Pero entonces, a veces nos llevábamos bien y otras no. Yo la quería mucho, pero había momentos en que sentía que mi mami la prefería a ella.

Una vez le compró un león de peluche que queríamos las tres, pero mi mamá le dio a ella. También le regalaba su ropa y perfumes. Mi hermana y yo pensábamos que éramos el relleno.

Cuando Amaia se comenzó a volver adolescente fue peor, porque casi no nos hacía caso

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Cuando Amaia se comenzó a volver adolescente fue peor, porque casi no nos hacía caso. Prefería estar en el teléfono y con sus amigas.

Yo la miraba y a veces la escuchaba tras la puerta, porque para esa época nos habíamos ido a vivir a una casa en Cumbayá y el cuarto de Amaia quedaba junto a los dos nuestros, en la planta alta.

Amaia se dii cuenta una vez de que yo escuchaba sus conversaciones telefonícas tras la puerta y salió y me hanló duro. Me hizo sentir mal. Claro, a ella ya no le importábamos como antes. Cuando volvimos a Quito a vivir en el edificio en que vive mi abuelita, por el embarazo de mi mami, ella ya no vino con nosotros, sé quedó con su mamá y yo rayé todas las fotos en donde aparecía ella. Me sentía abandonada por ella. Mi padrastro se dio cuenta y un día preguntó que quién había rayado las fotos de Amaia. Yo me quedé callada, pero luego le dije la verdad. Le conté llorando que era porque yo le había querido mucho y ella no se había portado bien.

De todo eso han pasado ya cazi seis años, ella creció y ahora las adolescentes somos nosotras. Me recuerdo jurándome que no quería ser jamás adolescente. Hace un año ella se fue a estudiar a Argentina.

Chateamos mucho ahora. Es que ella se fue a estudiar Gastronomóa en Buenos Aires. Por eso cuando volvió por vacaciones, lo primero que queríamos era verla.

Alberto la trajo un día y al encontrarnos nos abrazamos larguísimo. Por la noche nos quedamos despiertas y conversamos de muchas cosas. Siempre va a ser coko mi hermana, eso no va a cambiar. Y ahora cuando ya se despidió, nos quedamos mirando, pues sabíamos que no nos volveríamos a ver por casi un año. A mí se me aguaron los ojos y le di un abrazo enorme. Supongo que de una u otra manera siempre vamos a estar unidas.

Natalia 😊

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