Querida Rina:
Estoy que exploto. Mi hermanito acaba de pasar conmigo la tarde y dejó mi cuarto peor que si hubiera ocurrido el más grande de los tornados. Tengo tanto que estudiar y lo peor es que ahora primero debo ponerme a arreglar el horror. Es que mi hermanito es el niño más mimado y horroroso. Hace lo que quiere y todos lo consienten, hasta yo, porque la verdad es que es un niño tan lindo que es irresistible.Te quiero contar cómo vino mi hermanito al mundo, pues si vamos a ser tan amigas debes saber todo de mí. Mi hermana y yo teníamos ocho años. Alberto, el marido de mi mamá, se había ido a una campaña ecológica en el Brasil por dos meses y mi mamá estaba triste. Decía que se sentia sola. Nosotras estábamos por cumplir nueve años y mi mamá nos había ofrecido una fiesta, así que por la tarde fuimos a comprar el pastel y los premios para todas las amigas que ivan a venir. Yo estaba muy contenta, porque mi mamá nos había dejado invitar a unas amigas a dormir y a Marisa, mi mejor amiga, le habían dado permiso. Yo tenía preparada la carpa que íbamos a poner en el jardín para dormir ahí. Llegamos a la casa con todas las bolsas y de pronto mi mamá se metió al baño y se demoró. Luego salió y estaba llorando. Yo le abracé y le pregunté que si era por Alberto y ella seguía llorando.
Mi hermana y yo la mirábamos preocupadas. Entonces entramos a la sala y nos pidió que nos sentáramos y luego nos parecería tener un hermanito. Nos quedamos mirándola completamente sorprendidas y las dos, mi hermana y yo, nos agarramos de las manos. Nos emocionamos, y más contentas estábamos de ser las únicas que participábamos del secreto.Le dijimos que qué lindo, que no llorara. Mi mamá nos dijo que lloraba de la felicidad, pero que sí estaba preocupada. Y nos abrazó y nos hizo participar de todo eso. Y así empezó la espera. Por la noche mi mamá se desveló y mi hermana que estaba durmiendo con ella se despertó. Comenzaron a hacer la lista de todo lo que se iba a necesitar. A mí me dio celos a la mañana siguiente, cuando les escuché. Pero eso es normal, mi hermana y yo siempre nos tenemos celos. Cuando mi mamá está con una, la otra se pone mal.
En todo caso mi mamá pasó unos meses fuera y nosotros pasamos acompañándole a mi mamá la mayor parte del tiempo. Fue hermoso. Le veíamos como crecía esa barriga y nos encantaba cuando pateaba el chiquitín. Luego nació y hasta ahora recuerdo que esa mañana mi hermana no se fue al colegio porque se sentía mal, pero yo sí y mi papá me vino a recoger. Me dijo "Vamos, que tu hermanito va a nacer". Y corrimos al hospital. Alcancé a despedirme, porque a mi mamá le llevaron a la sala de operaciones. Mi hermana se puso a llorar. Quería entrar a la sala de operaciones con mi mamá, pero los médicos no la dejaron. Entonces mi abuelita nos propuso entrar a la capilla a rezar. Nosotras no somos muy religiosas, Rina. Mi mamá no es católica, pero dice que ella cree en Dios y en los ángeles, así que entramos a la capilla.
Cuando salimos nos encontramos con Amaia, la hija de Alberto. Ella es para mí como mi hermana, ya te contaré, pero como en ese momento era adolescente no vení mucho por la casa. De todas maneras llegó y estaba muy emocionada.
Yo te digo, Rina, que cuando le vi a mi hermanito en la termocuna que llaman, fui feliz y eso le dije a mi mamá: "Soy tan feliz porque tengo un hermanito". No podía creer, yo, Victoria Armendáriz, tenían un hermanito.
Con el tiempo pasó a dormir conmigo y no fue tan fácil, porque lloraba mucho y yo me desvelaba. Luego yo me fui al cuarto de abajo y el tuvo su propio cuarto. Y ahora es un diablo de cuatro años, pero sí le quiero.
Se llama Casiel, como el ángel Casiel, pero te puedo garantizar que no es ningún ángel.
Le he prometido que cuando yo cumpla veinte años nos vamos a ir los dos a un viaje solos, probablemente a New York. Yo le voy a invitar. ¿Sabes? Ya no le estoy odiando tanto. Me acabo de dar cuenta de cuánto lo quiero.
Me despido,
Victoria 🎆