Rutina. Caras iguales repetidas una tras otra con nombre diferentes. Rostros que no desprenden nada, palabras que han dejado de significar lo que una vez quisieron decir. Gritos clamando al cielo, el olor a muerte, a podrido, a desecho. Bocas sin dientes que han olvidado cómo se sonreía, que quizás ya no encuentran un motivo para sonreír. Cuerpos desnutridos que luchan por mantenerse en vida, que alzan sus ojos grandes y desorbitados hacía un cielo negro, oculto por la ceniza de los que una vez fueron sus compañeros.
Lluvia, agua acariciando su rostro, bañando su uniforme, perfectamente planchado, perfectamente almidonado y perfumado. Agua que convierte en barro el suelo que pisa, que limpia aquello que sus compañeros hacen, aquello que él admira con una sonrisa clavada en su semblante.
Purificar al mundo huele a mierda, sabe a agua de lluvia rancia y estancada en su boca y mancha de barro sus botas. La raza por encima de todo, resuena en lo más profundo de su cerebro, la venganza no es una baza, la guerra no es un juego, es el paso al resurgimiento, al mañana mejor.
Sus ojos ven niños muertos de hambre, ven mujeres con la cabeza involuntariamente rapada; observa hombres cuyos pies ya casi no les sostienen. Pero no ve realmente hombres, ve a los culpables de la caída del imperio, ve a la raza que desde que llegó al mundo no ha parado de sembrar miedo y discordia. Ve a avaros, a cruentos prestamistas, ve a ricachones que amasaban fortuna acosta del pueblo trabajador, ve narices grandes y retorcidas, ve escasos cabellos rizados, escucha palabras en un idioma que no es el suyo y plegarias a un dios al que nunca profesará fe.
Le han enseñado a ser racional, a no creer que una fuerza divina lo rige todo. Le han mostrado lo que aquellos que ahora padecen han arrebatado a su pueblo y sobre todo le han enseñado a disfrutar de ello; de la sensación de justicia. Porque devolver lo robado al que se lo robó no es maldad sino justicia y de haber un dios él sembraría en el mundo la misma ley. Una vez escuchó que la venganza era un plato que se servía frío y cuyo sabor era delicioso. Ahora ha comprendido que la venganza se sirve de muchas maneras, pero no fría; que viene en forma de golpe, de gas o de fuego, que se presenta cuando menos se la espera y que nunca hay manera de evitarla. Ha aprendido a disfrutar del olor a muerte y el color gris. Ha aprendido a sonreír y carcajearse por encima del sonido de los llantos de aquellos que una vez se llamaron pueblo elegido.
Siempre se imaginó que la vida que el partido Nazi le ofrecía sería mucho mejor, siempre pensó que cuando se hacía justicia las cosas eran más luminosas. Pero en ninguna parte ve luz. No puede distinguir qué hay de justo en todo aquello pero tampoco lo discute, disfruta de la muerte de su enemigo y se dice a si mismo que a veces los cuentos son, simplemente eso, unos cuentos.
Se alegra de que su Fürher esté al mando, él siempre sabe qué hacer. Sus discursos, siempre tan emocionales y llenos de energía, nunca han estado equivocados. Hay tantas cosas, tantas pruebas que corroboran sus hechos, tanta verdad gritada que no puede dudar por un segundo que lo que hace esté mal.
Así había pensado el general Eric Theodoree Cartman el día en el que le destinaron de a Berlín. No estaba del todo seguro con aquella decisión por parte de sus superiores pero el servicio en el Wehrmatch le había enseñado a actuar según se le mandaba y a no cuestionar orden alguna. De esa manera había llegado a general de las tropas de asalto y no pensaba hacer nada por cambiar aquello.
Pero a pesar de que Berlín comenzaba también a ser un escenario más de aquella guerra, la actividad en la ciudad era, comparado a las exteriores, mucho más relajaba. Sobre todo referida a la población que lo habitaba.
El General Cartman consideraba ridícula la idea de continuar fingiendo que nada sucedía, idea bastante arraigada en la población berlinesa. Fuera, en las calles, los cascotes y el reflejo de la guerra se vislumbraban en cada esquina; pero dentro, en los locales y en las casas, el lujo, las fiestas, el alcohol y el sexo se disparaban como en Sodoma y Gomorra.

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Ewige Liebe
RomanceTe invito a adentrarte en un mundo cruel y tristemente real. Toma asiento, dale al botón de play en el reproductor y deja que tu mente se transporte a esta historia de amor. Porque incluso en tiempos de guerra hay tiempo de amar. Fanfic Kyman (Kyle...