No se esperaba una respuesta. Era cierto que no le gustaba perder, pero aquello semejaba una batalla perdida desde el comienzo. Nunca pensó realmente que aquel pelirrojo le fuese a responder, pero necesitaba sacar esas ideas de su cabeza. Había comenzado a pensar que alguno de los golpes sufridos en batalla le había provocado alguna dolencia extraña en la mente. Aquel ir y venir de imágenes en su cabeza no solo era ilógico y extraño, era algo que le quitaba el sueño.
Estaba seguro de no haber visto nunca a aquel violinista pelirrojo, estaba orgulloso de la clase de vida que había llevado antes de conocerle. Pero ahí estaba, esa sensación de querer tenerle, de necesitarle. Algo que no podía entender algo que, a la larga, había terminado por dejar salir en sus cartas.
Amor, así lo había llamado. ¿Pero realmente creía en aquello?
¿Realmente creía en que él y el pelirrojo estaban destinados? ¿Qué sus almas había recorrido largos momentos en otras vidas y se estaban buscando?
Aquello era absurdo, estúpido e ilógico y Eric Cartman no era así. Pero cuando le miraba, cuando se dejaba llevar por aquella melodía sin nombre y se perdía en esos ojos verdes, ya no había lógica, ni explicación que quisiese buscar, solo estaba el violinista sin nombre a su lado. Por eso mismo había comprendido que aquello no era una lucha contra el sentimiento de amar, ni contra aquel joven al que no conocía pero extrañamente añoraba. Había comprendido que aquello había sido desde el principio una lucha contra él mismo. Contra el miedo a estar solo, contra la necesidad de controlarlo todo, había sido una subida en caracol hacia un piso que nunca alcanzaba.
Su yo más interno escondido bajo un uniforme nazi, bajo una sonrisa arrogante y unas palabras hirientes. ¿Y qué había en lo más profundo de todo eso? Un niño, un pequeño niño rechoncho que agarraba con fuerza la mano de su madre, aquel a quien todos señalaban con el dedo, ese que era el punto de todas las miradas, el causante de todos los males. El cajón desastre de un pueblo sin corazón, la excusa con patas que mejor se adecuaba a cada problema. El niño que siempre deseó ser aceptado, aquel que propinaba una patada antes de defenderse de un puñetazo, ese que siempre quiso que le agarrasen la mano pero que solo obtenía compañero porque el maestro lo forzaba.
Y se dio cuenta de que así eran todos, así lo somos. Porque somos, todos, pequeñas briznas en el aire, sueños inconclusos en lo más profundo de nuestros corazones, brujos que se llaman magos y juegan a conjurar escondiendo el color de sus ojos por miedo al rechazo, somos mafiosos en nuestros propios engaños, constructores de juguetes y padres confusos. Somos hermanos alejados al nacer, somos hijos ocultos, somos manos frías esperando un amarre, corazones con demasiado miedo hablar, metas que todavía están esperando a ser cruzadas, muros que continúan sin ser derribados. Somos palabras que no decimos, besos que nunca damos, abrazos que se esconden con las manos temblorosas en los bolsillos, somos nombres en miles de idiomas y silencios en momentos cumbres. Somos, en definitiva, almas que corren sin descanso en un mundo que no las espera, buscando y buscando, sin fin en una carrera que nunca termina, que en algún momento, nuestros ojos se vuelvan a cruzar.
Somos, lo que una vez fuimos, lo que una vez seremos y lo que somos. Somos trozos de nosotros mismos, de otros y de los que vendrán. Somos historia y somos cuento, somos esa melodía sin nombre, esa canción que no bailamos y esas risas que dejamos volar al cielo, muy alto, muy, muy alto, esperando que al llegar a las nubes vuelva a bajar y comience de nuevo. Porque, así era como Cartman lo pensaba, como había comprendido que sentía. Pues, somos el infinito de un universo que termina y empieza en un único sentimiento, uno que no tiene nombre, que nace, que muere y que vuelve a nacer. En diferente rostro, con diferente nombre, con otro cuerpo pero siempre, siempre con la misma alma.
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Ewige Liebe
RomanceTe invito a adentrarte en un mundo cruel y tristemente real. Toma asiento, dale al botón de play en el reproductor y deja que tu mente se transporte a esta historia de amor. Porque incluso en tiempos de guerra hay tiempo de amar. Fanfic Kyman (Kyle...