La primera llegó sin avisar. Nadie la esperaba y sobre todo, menos él. Cuando Kenneth subió con el fajo de cartas y comenzó a repartirlas ni siquiera se paró a esperar que alguna fuese a su nombre, cosa que tampoco sucedió, pues no había ninguna con su nombre escrito. Pero ahí estaba, un sobre de buena calidad, grueso y sin manchas ni arrugas. Sobre la parte perfectamente blanca de su cara estaba escrito, con una caligrafía irregular y torcida, las letras que juntas leían Pelirrojo. Nada más, ni una letras ni una palabra que la acompañase, pero su amigo Kenny y él mismo sabían que aquella carta era para él.
En el remitente un lugar, Buzón rojo de la plaza norte, y nada más. Kyle la observó con detenimiento dándole vueltas, no parecía peligrosa, pero tampoco podía arriesgarse. Así que la arrugó y la tiró en la basura que había fuera del refugio, no valía la pena arriesgarse.
Kyle estaba seguro de que no habría nadie que quisiera mandarle una carta. Su familia había sido enviada a uno de los campos de concentración, el Sachsenhausen, el más cercano a Berlín. Sabía las cosas horribles que allí se acometían así que, desde que les había perdido se había volcado completamente en la idea de traerles de vuelta. Por eso mismo, porque la gente en la que confiaba eran los que le rodeaban y en que su confidentes le aseguraban que su familia todavía estaba con vida entre los barracones de Sachsenhausen, estaba seguro de que nadie al que realmente quisiese leer le habría enviado esa carta.
Pero aquella persona no cedió. Y la primera carta dio paso a una segunda, y esa a una tercera, y la tercera a una cuarta y la cuarta a una quinta. Todas ellas arrojadas a la basura, todas ellas sin abrirse, todas ellas desechas tal cual como habían llegado. No le interesaba que querían decir, no le importaban las palabras que contenían, porque lo único importante en la mente del semita era la idea de salvar a su familia. Pero Kenneth no pensaba así, y Kyle se había dado cuenta de aquello, pues en alguna ocasión le había descubierto recogiendo las cartas del cubo de la basura, limpiándolas y guardándolas en su abrigo. No sabía si las estaba respondiendo en su nombre o si simplemente las coleccionaba. Aquello, como todo lo demás, era secundario.
Hasta que llegó un día en el que ya no pudo ignorarlas más. Kenneth le había esperado en la puerta de atrás, la que daba a la salida a la calle que conducía a la plaza. Se había acercado a él y había levantado sus enormes ojos azules con ternura, para clavarlos en su vista. Odiaba cuando Kenneth hacía eso, estaba seguro de que el rubio era consciente de lo adorable que parecía cuando adoptaba ese gesto y tan solo lo usaba cuando quería que se le escuchase. Kyle había suspirado y le había dejado hablar.
—¿Qué quieres Kenny? —había preguntado con resignación.
—No las has leído —sentenció el alemán—. Ni siquiera las has abierto —el ceño de Kenny se frunció con pesadumbre bajo la enorme capucha que cubría su rostro—. ¿No has pensado que a lo mejor esto es una oportunidad.
—¿Una oportunidad para qué? No, no Kenny, no me pongas esa cara. No necesito saber lo que ponen esas cartas o quién las envía. Lo único que me importa es mi familia y vosotros. Vivimos juntos, sé que ninguno de vosotros me enviaría esas cartas, sé, con certeza que mi familia sigue apresada, así que no son buenas noticias sobre una escapa por su parte. No hay nada ahí que quiera leer.
Las palabras, expulsadas con rapidez por su boca, semejaron helarse una vez hacían contacto con el aire que las transportaba. Kyle continuó hablando sin parar, dándose cuenta, según iba hablando, de lo vacío y triste que se había vuelto su mundo. No había nada más, la guerra había acabado con su familia, con sus amigos y con él mismo. La tristeza volvió a abrazarle todavía con más fuerza y la tibia mirada de Kenny semejó lo único agradable en ese momento.

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Ewige Liebe
Storie d'amoreTe invito a adentrarte en un mundo cruel y tristemente real. Toma asiento, dale al botón de play en el reproductor y deja que tu mente se transporte a esta historia de amor. Porque incluso en tiempos de guerra hay tiempo de amar. Fanfic Kyman (Kyle...