La caída de Palas

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 Cuando se despertó vio a su madre en la puerta de su habitación, estaba yendo a despertarlo. Damon se sentó en su cama con sus puños cerrados apretando sus ojos para poder ver claramente a Elisa a quien por un momento había confundido con la urraca azul de su sueño.

-Estaba a punto de venir a despertarte, Damon- dijo su madre dirigiéndole una sonrisa y se estaba encaminando a la cocina cuando su hijo le gritó.

-¡Mamá!-se dio cuenta de que su grito no era más que un susurro y terminó por levantarse e ir hacia donde estaba su madre.

 Cuando llegó a la cocina vio que en el lugar que correspondía a su padre de la mesa no se encontraba más que un plato casi completamente vacío y una aureola de agua de un vaso que probablemente fuera de whisky. Miró hacia el cobertizo de su casa y lo encontró sentado, aún semidesnudo y absorto en su vaso que ahora no contenía más que unos hielos.

 Su padre lo vio y Damon bajó la mirada. No podía ver esos ojos de perro salvaje menos aún después de lo que había pasado anoche. Dan se levantó, fue hacia la cocina donde se encontraba el resto de su familia y dejó el vaso de whisky donde estaba su plato vacío. Luego se acerco a su hijo y apoyo su mano sobre la cabeza de Damon alborotándole un poco sus pelos. Sacó su mano pero esta no permanecería vacía mucho tiempo; fue hacia la mesa que se encontraba al lado de la heladera agarrando ahora no una botella de whisky, una de vodka. Esta vez no se molestó en agarrar un vaso si no que se llevó toda la botella.

 ¿De qué huía su padre? ¿Acaso la forma de huir de su padre difería mucho de la de Damon? En ese momento no era mas que un niño pero David lo habría advertido pese a tener la misma edad que él.

 Su madre lo llamó y puso el plato con su desayuno en la mesa. Él se sentó en la misma y comió su comida sin decir una palabra. No era tiempo de pedir explicaciones ni de darlas, al menos no mientras su padre se encontrara a penas a unos metros de ellos.

 Damon durante el tiempo que transcurrió no jugó afuera como solía hacer si no que se quedó en su cuarto a penas terminado el desayuno. Esperó hasta que su padre fuera a la caseta de madera a unos metros de su casa a la que no tenía permitido pasar o acercarse y entonces se dirigió hacia la cocina donde su madre se encontraba ahora pintando. No era la mejor artista, sin embargo reconoció su "obra de arte en proceso" como solía llamarlo Elisa bromeando. Se trataba de Palas, su madre era una aficionada a la mitología especialmente a la griega. Sin embargo esta Palas se parecía a su madre, ambas compartían esos ojos tristes al borde del llanto.

 Su madre lo oyó acercarse y dejó el pincel. Se volteó para verlo y Damon ya se encontraba al alcance de sus brazos, lo alzó unos centímetros del suelo y lo abrazó. Damon contempló el moretón de su madre y no pudo evitar soltar una lágrima. Elisa lo apoyó nuevamente en el suelo y secó su rostro que también había llorado y el de su hijo hasta que ambos se encontraran tan secos como un desierto; como su desierto.

 Elisa se sentó en la mesa a penas unos centímetros alejada del atril con su obra de arte en proceso, le hizo un gesto a Damon para que se sentara sobre su regazo y él lo hizo. 

 Damon no debía tener mas de nueve años en ese momento, poco conocía del mal que albergaba el mundo. Nunca prestó mucha atención en la escuela dominical ni en la misa de los domingos y hace ya un tiempo había dejado de asistir a ambas. Su padre consideraba aquello una perdida del tiempo para el niño y para toda la familia, consideraba que las oraciones tenían que hacerse en el hogar y la Biblia tenía que leerla uno; nunca lo vio hacer ninguna de las dos cosas. Sin embargo, la noche anterior había echado un vistazo por la cerradura y prefirió quedarse encerrado a ir a ese lugar donde el mundo suyo se había movido. Ese mundo de ojos negros, palabras incomprensibles y monstruos semidesnudos pronunciado aquellas palabras.

-Damon-dijo su madre- lo que viste ayer probablemente no haya sido lo que pensaste. Papá y yo estábamos tomando café y cuando me pare a agarrar leche el se encontraba afuera. Seguro se había quedado dormido, empezado a caminar sonámbulo y cuando lo agarré para que no fuera al lago me pegó del susto-finalmente agregó- Sonámbulo significa caminar dormido.

 Aquello no era más que un resumen poco fiel a los hechos como si la madre en vez de querer abrir la puerta hacia la realidad no hiciera mas que agregarle además de la cerradura un candado.

Alerta: DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora