66) La leyenda del Goatman

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Tenía 16 cuando fui de vacaciones con unos familiares en Alabama. Ellos tienen una enorme granja cerca de Huntsville, con una casa enorme y una buena cantidad de remolques distribuidos por todo el bosque para acampar y cazar. Un primo sugirió que fuéramos a uno de ellos para acampar. Como yo soy de Chicago, recibía muchas burlas de mis primos de Alabama. Reunimos comida y provisiones para poder pasar unos días acampando en el bosque.


Cuando llegamos al campamento, el aire se sentía con un aroma eléctrico, como cuando sabes que viene una tormenta. Ignoramos por completo el hecho y desempacamos. A medio día fuimos a un pequeño estanque a nadar por unas horas. De pronto, detrás de los arbustos salió un tipo mayor y un adolescente. El tipo llevaba una escopeta colgada del brazo y nos preguntó que qué hacíamos tan dentro del bosque. Le explicamos acerca de mi tío, quien él resultó conocer, y le contamos nuestro plan de acampar. El nos comentó que deberíamos de ser muy cuidadosos y quedarnos juntos porque había un animal grande en las cercanías. Su hijo, que tenía mi edad, pidió permiso para acompañarnos y se lo otorgaron.

Al final de la tarde éramos 5 chicos y 6 chicas de entre 15 y 17 años. Tanner, el hijo del señor de la escopeta, nos dijo que iba a ir por sus cosas para acampar con nosotros. Nos dijo que su casa estaba a espaldas de la propiedad de mi tío. Mi primo Rooster se ofreció a acompañarlo ya que se estaba haciendo oscuro. Una de las muchachas también se quiere ir caminando con ellos. Eran alrededor de las 7 de la noche por lo que agarraron unas lámparas y salieron hacia la casa de Tanner.


Como media hora después, empezamos a percibir el aroma eléctrico como a ozono. Se sentía más fuerte que el humo de la fogata. Era un olor metálico, como justo después de que tuviste una hemorragia nasal. No era exactamente como sangre seca. Era casi como el olor a la sangre hervida. De inmediato pensamos que pudiera ser algo quemándose en la fogata, o alguna parrilla dentro de los remolques que se hubiera quedado encendida. Buscamos dentro pero no había nada que emitiera ese desagradable aroma.


De pronto pudimos escuchar gente correr hacia nosotros desde lo oscuro del bosque. Cuando llegaron a la luz nos dimos cuenta de que eran Tanner, Rooster y la otra muchacha que había ido con ellos. Sin embargo no se detuvieron hasta que entraron al remolque. La situación nos espantó lo suficiente como para correr dentro del remolque también.


Mi primo Rooster estaba llorando. Mientras afuera el fuego comenzaba a extinguirse por lo que mis otros primos deciden ir a un cobertizo cerca de los remolques para conseguir un generador de corriente. Tanner les dice: "¡No! Nadie sale de este tráiler a esta hora, hay que asegurar la puerta" Se le ven los ojos rojos, como si hubiera estado llorando también.


Nos platicó que al llegar a su casa, su padre le dijo que se regresaran con cuidado y que se llevaran uno de los rifles por si acaso. Evidentemente, Tanner había visto algo en su patio algunos días atrás, además de que una mañana uno de sus cerdos había amanecido abierto en canal y a medio comer. El pensó que pudiera haber sido un coyote por lo que le dijo a su padre que no era necesario llevarse el rifle, ya que esos animales no tienden a atacar a la gente.


Finalmente Rooster dejó de llorar, mientras que la otra muchacha estaba tranquila pero mirando hacia afuera por la ventana con una mirada perdida. Rooster nos platicó que ya estaban a medio camino de llegar con nosotros cuando empezaron a escuchar cosas en el bosque. Estaba completamente oscuro en ese momento por lo que no pudieron discernir que era. La muchacha interrumpió diciendo que cuando escucharon los ruidos, todos alumbraron hacia el origen de los mismos. A lo lejos distinguieron a alguien parado en el bosque. Rooster nos dijo que le habían gritado, preguntando que quien era y porque los estaba espantando de esa manera. En ese momento se dio cuenta que esa persona les estaba dando la espalda. Decidieron seguir caminando cuando comenzaron a percibir el aroma metálico, como a sangre hervida. En ese momento voltearon y vieron a la misma persona parada cerca del camino. Les seguía dando la espalda. Ahí comenzaron a caminar con mayor prisa, mientras Tanner se arrepentía de no haber llevado el rifle. Mientras cuentan su historia, el olor a sangre hervida dentro del remolque se hace más penetrante.

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