9. "Roce"

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Sé que está mirándome. Puedo sentir sus ojos clavados en mi nuca y me siento intimidada y un tanto indignada de que sea capaz de hacerme sentir incómoda en mi propia habitación.

No puedo concentrarme, a pesar de lo mucho que deseo hacerlo. La investigación exhaustiva en la que me he enfrascado aún no arroja los resultados deseados, pero no me he dado por vencida. Estoy determinada a descubrir la verdadera identidad de Mikhail y no voy a parar hasta conocerla.

Me he leído al derecho y al revés el Pseudomonarchia Daemonum y, a pesar de que he aprendido muchas cosas respecto a esos seres, aún no logro descubrir algo sustancial respecto a lo que me interesa saber.

He leído todas las descripciones de los demonios registrados ahí, pero ninguno tiene las características de ese que no me deja sola ni a sol ni a sombra. Lo cierto es, sin embargo, que no lo conozco lo suficiente como para poder descartar la posibilidad de que alguno de ellos sea él.


He aprendido, por otro lado, que los demonios tienen un orden jerárquico y que, mientras más arriba estén en él, más poderosos son. Se dice que sólo los demonios de primera jerarquía - los siete príncipes del infierno, ángeles transformados en demonios, y serafines caídos- son capaces de manifestarse de forma corpórea.

Leí, también, que el resto de los seres oscuros deben ser invocados y, la mayoría de las veces, no tienen el poder suficiente como para apoderarse de un ser humano. Se acercan a personas emocionalmente debilitadas; llenas de rencor y odio desmedido por el mundo para poder robar su cuerpo. Sin embargo, una vez que el cuerpo es consumido -que, según el libro, toma un tiempo aproximado de un mes-, vuelven a ser energía pura. Eso me lleva a concluir que Mikhail es un demonio de primera jerarquía, ya que ha pasado semanas a mí alrededor sin dar signos de estar a punto de abandonar el cuerpo que habita.


—Así que de primera jerarquía, ¿eh? —Musito para mí misma, pero sé que Mikhail es capaz de escuchar todo lo que digo. No responde, sin embargo.

Quiero girar la silla de escritorio en la que estoy sentada para encararlo y preguntarle si estoy en lo correcto, pero me aterra escuchar la respuesta. No me sorprendería, sin embargo, que fuese un demonio así de poderoso. Fue capaz de encargarse de la cantidad impresionante de sombras que me atacaron en el jardín de Phil Evans, y se deshizo de un ángel con una rapidez espeluznante.

No me queda la menor duda de que es un ser bastante poderoso.

Él también es consciente de su fuerza. Puedo notarlo en su postura desgarbada y el aire despreocupado con el que se mueve. Pareciera como si no le temiera a nada. Como si estuviese seguro de que absolutamente nadie puede vencerlo.

Leo una vez más el listado de los siete príncipes del infierno y escribo en una hoja de papel los nombres: Amon, Astaroth y Baal -que son los que más se asemejan un poco a Mikhail en cuanto a comportamiento se refiere-, y me digo a mí misma que los investigaré a fondo más tarde.

Miro el reloj en la esquina inferior derecha del monitor de mi computadora y hago una mueca al darme cuenta de la hora.

"Se me hará tarde si no me apresuro..." Pienso y estiro los músculos de mis brazos, al tiempo que reprimo un bostezo.


Mi teléfono vibra con fuerza sobre la madera del escritorio donde me encuentro instalada y, con aire perezoso, lo tomo entre mis dedos. El nombre de Emily brilla en la pantalla, y desbloqueo el aparato para leer el texto recibido:

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