28. "Lazo"

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Estoy cayendo. Mi visión es un caleidoscopio de colores oscuros, imágenes recortadas y emociones sin sentido: una serie de sonidos amortiguados, gritos, movimientos bruscos y toques suaves y dulces.

Bailo en el limbo de la inconsciencia. Me muevo de un lado a otro entre imágenes inconexas y sin orden, hasta que la opresión que me envuelve el cuerpo es tan grande, que no puedo hacer otra cosa más que concentrarme en ella y en la forma en la que me domina y me doblega a su antojo.

Alguien dice mi nombre. Alguien susurra palabras tranquilizadoras contra mi oído y siento otra clase de opresión. Una más cálida. Más amable. Más dulce...


No puedo dejar de temblar, no puedo dejar de estremecerme con violencia mientras que el mundo va y viene. Tengo apenas un vistazo de un rostro familiar que trae oleadas de tranquilidad a mi sistema, pero no logro ponerle un nombre. No logro conectar los puntos en mi cabeza para saber quién es esta persona que me sostiene con fuerza.

Mi boca balbucea algo incoherente y trato de estirar las manos para alcanzar el rostro del hombre que me sostiene. No llego a tocarlo, sin embargo. No logro hacer más que anhelar el tacto de su piel entre mis dedos porque no tengo fuerza suficiente para alzar los brazos. No tengo fuerza suficiente para seguir luchando...



~*~



—No está funcionando —El sonido ronco, profundo de una voz masculina inunda mis oídos, pero no puedo abrir los ojos. No puedo arrancar de mi cuerpo la pesadez que se ha asentado en él, y tampoco puedo librarme del dolor insoportable de mi pecho—, ¡maldita sea, no está funcionando!

—Te lo advertimos —dice una voz desconocida para mí—. No está en nuestras manos hacer que ella venza a lo que sea que lleva dentro. Es una batalla que es suya y de nadie más. Hicimos lo que pudimos. Sólo queda esperar.

Lucho para librarme de la bruma que me invade, pero no puedo hacerlo. No puedo apartar la pesadez extrema que se ha apoderado de mí.

—Tiene que haber algo que puedan hacer —la voz masculina insiste y, poco a poco, va dibujándose un rostro en mi memoria.

Cabello negro como la noche, piel clara, ojos color gris; postura desgarbada, sonrisa torcida, gesto arrogante...

"Mikhail..."

Lucho con más fuerza. Lucho con toda la determinación que puedo y siento cómo la presión del poder disminuye considerablemente. Siento cómo mi cuerpo entero se relaja cuando las hebras se aflojan y me permiten mover los párpados.

La luz se filtra a través del suave movimiento de mis pestañas y, de pronto, me encuentro luchando por abrir los ojos.


—Bess... —el sonido aliviado de su voz, aunado al tacto suave de su mano en la mía, consiguen traerme un poco más de fuerza de voluntad y, pese a que todo mi cuerpo aún se encuentra atrapado entre las hebras de energía, consigo abrir los ojos.

El techo abovedado de la cúpula es lo único que soy capaz de ver en este momento, pero es suficiente para hacer que los recuerdos acerca de lo ocurrido se agolpen en mi cerebro a una velocidad alarmante.

La angustia comienza a abrirse paso en mi adormilado sistema y, de pronto, me encuentro retorciéndome en la superficie dura que se encuentra debajo de mí para escapar de la prisión que yo misma he creado para mí. Esa hecha a base de hebras de energía entrelazadas con mucha fuerza.

DEMON © ¡A la venta en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora