16. "Negación"

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Mi tenedor remueve el puré de papa de un lado a otro por encima del plato, mientras que mi vista lee y relee el mismo párrafo del libro de historia que descansa junto a mi bandeja de comida.

Ha comenzado a dolerme la cabeza y un nudo creado por la desesperación y la ansiedad se ha instalado en la boca de mi estómago. No puedo concentrarme. No puedo memorizar las estúpidas líneas que explican la base de lo que será mi próximo examen parcial y estoy que quiero estrellar mi cara contra la mesa una y otra vez porque no logro comprender nada.

Odio la escuela. Odio haber sido osada y haberle dicho a mi tía Dahlia que quería aplicar a Yale. ¿A quién quiero engañar?, Yale es demasiado para una estudiante promedio como yo. Nunca voy a conseguirlo. Ni siquiera estoy cerca de lograrlo.


Trato de enfocarme una vez más, pero no puedo hacerlo. No cuando un estúpido demonio ronda mi cabeza sin darme tregua alguna.

La imagen de Mikhail se ha apoderado de mi cabeza y no puedo dejar de reproducir una y otra vez el recuerdo de nuestro beso, y lo ocurrió después de él. Me obsesiona saber que soy capaz de lastimarlo con sólo tocarlo. Me aterroriza la idea de volver a hacerle daño después de todo lo que ha hecho por mí.

La imagen de sus manos enrojecidas, como si hubiesen sido atizadas por un trozo de carbón ardiendo, ha hecho que mi estómago se revuelva con violencia y el sonido adolorido con el que se apartó de mí no ha dejado de torturarme desde ese día.

Nuestra relación se ha vuelto tensa y extraña desde entonces. Actúa como si nada de eso hubiese pasado y, al mismo tiempo, se siente como si hubiese un abismo entre nosotros. Está a mi alrededor todo el tiempo, pero no deja de ser diferente. Estoy cansada de que su trato conmigo cambie cada dos segundos. Estoy cansada de tener que fingir que lo que pasó no está carcomiéndome por dentro.


No logro entenderlo. Ni siquiera soy capaz de especular qué diablos le pasa por la cabeza. Se la vive mirándome como si tratara de armarse de valor para decirme algo, pero siempre termina arrepintiéndose al último minuto. Estoy harta de ese ir y venir que ha impuesto entre nosotros, pero tampoco sé cómo detenerlo sin sonar como una lunática obsesionada. No quiero sonar como esa clase de chicas que asumen que un chico está interesado en ellas sólo porque se preocupan.

Mikhail, a pesar de lo que ha pasado entre nosotros, nunca ha dado muestras de sentir algo por mí y siendo sincera, yo tampoco sé qué siento por él.

Lo único que sé en este momento, es que estoy abrumada hasta la mierda. No sé qué diablos está pasando entre nosotros ni en qué posición nos pone el beso que nos dimos.

Me aterroriza ponerle un nombre a lo que siento cada vez que lo tengo cerca y, al mismo tiempo, no puedo dejar de pensar en eso. A pesar de todo, no puedo detenerme. Sé que no debo sentir esto. No está bien. Él va a asesinarme...


—Luce como si estuvieses a punto de echarte a llorar —el tono aburrido del íncubo sentado frente a mí sólo consigue que alce la cabeza con aire aturdido.

Al cabo de unos instantes, me percato del lugar en el que me encuentro y de la figura desgarbada de Axel, quien se encuentra sentado en el asiento delante de mí.

—Cierra la boca —mascullo, al cabo de unos instantes, mientras que paso la página del libro y trato de leer un poco más a fondo sobre el papel que jugó Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.

—Eres consciente de que, si alguien te oye, te darán por loca, ¿cierto?, nadie aquí puede verme —dice Axel, en tono divertido.

Ignoro su comentario y me concentro en el montón de fechas y acontecimientos que se rehúsan a quedarse atrapados en mi memoria.

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