La hija del fuego

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-No puede ser - dije alucinado.

- ¿Qué pasa? - dijo Ivar - ¿la conoces?.

- Sí - dije - es Paula Moreno, ¿es de España verdad? - dije al dios.

- ¿Como conociste a mi hija? - pregunto curioso el dios del fuego.

- Yo a los diez años volví a España a vivir una pequeña temporada y luego me fui a Japón - expliqué - en ese pequeño tiempo que pasé en España fui al colegio ( como debe ser ), en clase la única persona que me hablaba era Paula y con el tiempo fuimos muy buenos amigos.

- Bueno, ella debe estar ya en el bosque - dijo Kagutsuchi - por favor cuida bien de ella hasta que llegue al campamento.

Asentí y salí a ponerme ropa un poco más cómoda, me puse un pantalón de chándal, una camiseta mas ligera ( holgada ) y unas zapatillas para correr mejor, me puse el reloj en mi muñeca derecha y el anillo de mi padre en el pulgar de la mano derecha, listo salí del campamento y empecé ha buscar, la busqué durante cinco minutos hasta que escuché el típico sonido de las llamas  al crepitar, también se olía a quemado, me di la vuelta y vi una pequeña parte del bosque de bambú se estaba quemando, afortunadamente estaba al lado de la fuente del parque, usé  el control del agua que Michael me había enseñado a usar y pude apagar el fuego sin que hubiera una gran perdida, sentada en la base de un bambú había una chica de pelo castaño algo rizado y largo hecha una bola con la cabeza entre las piernas, cuando me acerque la oí decir mientras lloraba.

- Otra vez no.

- Otra vez ¿qué? - dije dando un pequeño susto a la chica.

Ella me miro a los ojos y se lanzo sobre mi cuello y empezó a sollozar en mi pecho, intenté consolarla acariciando su cabeza, en unos pocos minutos dejó de llorar y me miro, ella tenia los ojos de color marrón y la tez un poco bronceada.

- Perdona - dijo ella - me llamo Paula Moreno - se presentó ella - ¿y usted?

- Vaya, ¿no me recuerdas? - dije un poco desilusionado y ella negó con la cabeza y yo suspiré - soy yo, Álvaro León.

- No - dijo sorprendida - ¿eres A?

- Sí P, soy A - dije yo sonriendo - pero aquí todos me llaman Aru.

- Me encantaría seguir hablando, pero espero a alguien - dijo Paula.

- ¿Así? - dije bromeando - ¿a quien, a tu novio?.

- No - dijo sonrojándose - yo te lo contaría pero no puedo, es secreto.

- Yo puedo guardar un secreto - dije mientras me ponía una mano sobre en corazón.

- Vale, pero no se lo cuentes a nadie - ella dijo en voz baja - resulta que soy una semidiosa, mi padre es el dios del fuego - yo asentí con cara seria - él me contó cuando llegué a Japón que había un campamento llamado sengoku donde iban los semidioses en unas pequeñas temporadas estacionales como las vacaciones de navidad y de verano y me dijo que un semidiós vendría a buscarme pero no ha aparecido.

- ¿Él es alto,con gafas de pasta y que usa dos espadas? - pregunté inocentemente.

- Sí, ¿como la sabes? - ella pregunto confundida.

- Tu padre me lo dijo - dije haciendo así que la chica me mirase raro - yo soy un semidiós y he venido a buscarte princesa - dije haciendo un reverencia.

- ¿Tu, un semidiós? - dijo confundida - ¿y quien es tu padre divino?.

- Tengo motivos para no dar esa información - dije mirándola a los ojos - venga vamos al campamento.

La guié por el bosque mientras hablábamos de nuestra vida después de habernos separado en el colegio, resulta que su madre había fallecido en un incendio en el lugar donde trabajaba mientras ella estaba en casa y vino  a Japón porque se lo dijo su padre en sueños, cuando subimos las escaleras de entrada al campamento ella me dio un abrazo.

- Gracias por ser tu - dijo ella.

- ¿Por ser yo? - pregunté confundido.

- El que vino a buscarme.

- No hay de que - dije mientras acariciaba su cabeza ya que le sacaba una cabeza de altura - tenemos que ir al edificio central - dije señalando el edificio mas alto del campamento.

Nos dirigimos al edificio por el camino más rápido, cada vez que pasábamos delante de un grupo de semidioses al menos dos se quedaban mirándome.

- ¿Qué les pasa? - dijo Paula molesta - ¿por qué te miran así?.

- Por nada tu sigue - dije apremiando lo poco que quedaba de camino.

Entramos en la sala de los señores del campamento, lo primero que vi fue al dios del fuego mordiéndose las uñas debido al nerviosismo, cuando vio a su hija la sonrió y le dio un abrazo.

- Muchas gracias señor Aru - dijo el dios.

- No hay de que y por favor no me llame señor - dije con indiferencia.

- Hola joven semidiosa - dijo Ivar - bien venida al campamento sengoku hogar de semidioses japoneses, yo soy Ivar hijo de Fujin, dios de los viento.

- Y yo soy Natalia - dijo la señora del campamento - soy hija de Izanagi dios de la vida y rey de los dioses.

- Hola yo soy Paula - dijo inclinando un poco la cabeza - soy hija de Kagutsuchi  dios del fuego.

- Muy bien, Aru podrías darle un tour a la hija del dios del fuego  - dijo Natalia - pero después de la cena, tengo hambre y todavía no has hecho la cena.

- ¿Por qué tiene que hacer la cena? - preguntó mi amiga.

- Porque soy el cocinero aunque suena irónico - dije riendo.

- ¿Por qué? - preguntó Paula.

- Estoy maldito - dije y ella me miro asustada - solo puedo comer manzanas debido a que fue el primer alimento que comí en mi vida.

- ¿Y por qué? - preguntó enfadada - eres un tío genial, no te lo mereces.

- En teoría sí me lo merecía - dije - mi madre es Izanami, la diosa de la muerte y del infierno y ella esta condenada a no tener hijos al igual que su ex-marido Izanagi, los hijos que sean de alguno de los dos sera un niño prohibido.

- Un niño o niña que jamas debería haber nacido - dijo Natalia - a mi los monstruos y onis ( oni: criatura japonesa que es un ogro demonio) me persiguieron hasta que llegué al campamento y a Aru le maldijeron para que se muriera.

- Y ¿como que Aru sigue con vida? - dijo Paula - Izanagi debería haber acabado con su vida.

- Lo intentó - dije recordando - pero mi madre dijo que si me ocurriera algo le declararía otra vez la guerra con su ejercito de demonios.

- Que madre más sobre protectora - dijo Paula.

- Bueno voy a hacer la cena - dije.

Preparé filetes de ternera con sopa de pollo para cenar donde me encontré con Alex y nos pusimos a hablar hasta que ella termino de cenar y se despidió, después de eso le hice un tour a Paula por el campamento, le enseño todo lo que me enseñaron a mi cuando llegue, la deje en la casa de Kagutsuchi que era de un intenso color rojo con detalles en negro.

- Y está es la casa de tu padre - dije - se puede saber porque en el pequeño tablero que hay al lado de la puerta hay dibujado una llama.

- Gracias por mostrarme el campamento - dijo ella - hasta mañana.

Me despedí de ella y me fui a mi casa a dormir, había sido un día muy largo, nada más meterme en mi futón me quede dormido.

El Niño Prohibido: El Templo SubmarinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora