Capítulo 4.- Mentiras Piadosas.

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Corrí como alma que lleva el diablo hacia la estación, gracias a dios vislumbre a lo lejos como estaban llegando todos en ese momento, frene mi carrera y me acerque a la entrada de la estación. Observé como estaban todos menos tres personas.

- ¡Natsu deja de decir esas cosas! – Mi corazón dio un vuelco, salí tan rápido que no me conciencie para afrontarle en la vida real sin estamparlo contra algún lado y hacerlo mío.

- Pero – sonaba apagado, algo raro en el – ¿Seguro que no pasó nada?

- Chicos, ¿se puede saber qué ocurre? – y la cotilla de Erza entro en acción.

- Lucy aseguro que no pasó nada entre ella y Laxus ayer noche – sude frio – pero no se... Laxus es un mujeriego, es raro. – Me gire y le mire con odio, por aquellas palabras - ¡Oh Laxus! – me voltee y me marche a comprar los billetes para el maldito tren.

Me puse en la cola y esperé mi turno, compre todos los billetes y se los di a todos, cuando llegué a Natsu, vacile un instante. Me lo quede mirando y vi su mirada furiosa, por lo visto estaba cabreado por que ayer salve a Lucy y cree que me la tiré, maldito idiota, aunque más bien el idiota soy yo por enamorarme de él.

- Yo no me tiro a niñitas como lo harías tu Salamandrita – Le tire el billete al suelo y me fui hacia al tren que, gracias a todos los dioses recién llegó y pude salir de ahí, si no seguro y me montan algún follón.

- ¡Laxus! – Lo siento si te he cabreado más Natsu, pero créeme que no te he echo nada de daño en comparación.

Entre en el tren y noté como comenzaba a tener nauseas, vi una cabina vacía y como si se me fuera la vida en ello entre dentro tire mi mochila y trastos, cerré la puerta y me lance en el asiento para ver si podía hacer alguna cosa contra aquel mareo.

Pasaron unos minutos, y arranco el tren. Mi cabeza comenzó a dar vueltas, y me odio por haber comido y beber tanto en el gremio por aquella maldita apuesta, mire de reojo la ventanilla y observé campo, abrí y comencé a echar todo lo que tenía dentro.

- Hola... - escupí y me gire para ver la cara a ese maldito idiota – veo que eres igual que Natsu.

- Si has venido a burlarte márchate y dejarme en paz – me senté y el maldito mareo continuaba, odiaba esto, por suerte casi todo el camino era vegetación, ya que compré el exprés y no toparíamos con ninguna ciudad.

- Vine a darte unas pastillas que creó Wendy para el mareo – creo que estoy alucinando por culpa de este maldito tren – pero veo que no las necesitas así que le diré a Wendy que se esforzó para nada.

- Espera Grey – lo mire de arriba abajo y le extendí la mano, note la capsula y me la trague al instante. Comencé a toser.

- No vomites, si no la echarás y no ara efecto – me aguante el vómito.

- Esto es repugnante – me sabía toda la boca y garganta a podrido, mierda o alguna cosa horrible... definitivamente no le daría esa maldita píldora ni a mi mayor enemigo.

- Toda medicina buena tiene que estar mala, o al menos eso dice Wendy, y todos los médicos que he conocido. – le mire y note como se aguantaba la risa, y agradecí que no se riera, ya que mi cara de asco, por lo que me dijeron mis compañeros, es muy graciosa.

- Podrían ponerles extracto de – mire por la ventanilla y vi una niña con una camiseta con un a fresa dibujada – fresa por ejemplo.

- ¿Te gustan las fresas Laxus? – me quede en blanco, no era normal que me hicieran ese tipo de preguntas, sin nada a cambio.

¿Amor? No lo creo.(LaNa)[FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora