Cuarenta y Nueve

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Entró al restaurante y tomó asiento en la usual mesa.

Las vacaciones de verano empezarían en un par de días y ya no tendría excusa alguna para ir a comer papas fritas como acostumbraba.

Jugó un momento con su celular mientras esperaba a que ______ se acercara y tomara su pedido. En cualquier otra ocasión escribiría en su libreta algo de aquellos hermosos ojos, de esos labios que tanto ansiaba probar, sobre lo enamorado que se encontraba o tal vez de que extrañaría verla a diario después de que las vacaciones llegaran.

Pero no lo estaba escribiendo, su libreta no estaba en su mochila y supuso que tal vez debió haberla dejado en su casillero por error.

Había dicho que no escribiría más, y verdaderamente estaba cumpliendo su palabra, pero necesitaba sacar todo lo que tenía dentro. Tenía que sacar todas las emociones y sentimientos que ella le producía porque sentía que se ahogaría en sus propios pensamientos.

______ se acercó y en vez de sonreírle se sentó frente a él.

—Hola, chico de las papas fritas —saludó ella.

Todo el color de la cara de Andrew se fue enseguida.

—¿"Chico de las papas fritas"? —repitió débilmente tratando de asegurarse de que no había escuchado mal.

—Sí —contestó con naturalidad—. Ese apodo te representa mucho, ¿no? Siempre vienes por papas fritas.

—Ah... pues... sí.

—¿Hay alguna razón por la que vengas aquí a diario? —preguntó inclinando un poco la cabeza mientras esperaba la respuesta.

—Me gustan las papas fritas —titubeó.

______ asintió con una gran sonrisa.

—¿Sólo por eso? —cuestionó.

—Sí.

Ella asintió con expresión divertida.

Se inclinó rápidamente hacia él y en un pestañeo los labios de ella danzaban dulcemente sobre los de él.

El corazón de Andy martillaba fuertemente en su pecho mientras sentía que su cabeza estaba en las nubes y su presión arterial aumentaba.

Había imaginado besarla tantas veces y ahora que se encontraba ahí, saboreando aquellos labios que tanto deseaba se encontraba con que había sido mucho mejor de lo que había soñado.

Besarla no se sintió como fuegos artificiales o mariposas en el estómago.

Fue como todo un concierto de Cannibal Corpse. Tan emocionante, tan intenso, lleno de adrenalina, ruidoso e inolvidable...

Un beso que atesoraría en su memoria y corazón por toda su vida.

Cuando ella se separó él simplemente no pudo abrir los ojos. Aún sentía los labios de ella sobre los suyos, aún estaba embriagándose de aquel dulce aroma.

—Eres un mentiroso —dijo seria.

Ella puso en la mesa la famosa libreta negra.

Las mejillas de Andy ardieron en vergüenza.

—De seguro piensas que soy un acosador... —murmuró avergonzado.

Andy bajó la cabeza y ella lo obligó a mirarla. Le depositó un tierno beso en la nariz y le regaló una cálida sonrisa.

—Creo que esto es lo más tierno que alguien ha hecho por mí.

—¿Eso crees?

Ella asintió sonriente.

—Y creo que cualquier chico que logre enamorarme con un par de palabras escritas merece una oportunidad.

Los ojos de Andy brillaron.

—He pedido permiso para salir temprano. Mi turno acabará en media hora.

Andy se quedó sin poder articular palabra a lo que ella rió.

—Creo que este es el momento preciso para pedirme una cita, Andrew.

Él balbuceó un par de palabras mientras los nervios lo comían vivo. ______ alargó una mano y tomó la de él en señal de apoyo.

—¿Quisieras salir conmigo? —preguntó finalmente.

—Estaría encantada —contestó ella.

F I N

El Chico De Las Papas Fritas (Andy Biersack Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora