Capítulo 11: Celos

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Ray bajó indeciso, por una parte, Abril le suplicó dejar a Manuel intervenir, pero él no quería, sus celos podían más que nuestra salvación.

―Si van a pelear, vamos al bosque, ya suficiente ha tenido Abril con todo lo que ha pasado para encima seguir sufriendo por sus estupideces ―exigí molesto cuando los ánimos comenzaron a caldearse.

―Tienes razón, Joseph ―admitió Manuel.

―Vayan, yo me quedo con Abril ―ofreció Max.

Luego de agradecerle, nos internamos en el bosque. Ray avanzaba delante de nosotros. Molesto. Nervioso. Se detuvo en el claro y nos esperó.

―Por qué, si quisiste traicionarnos, si trajiste a Abril para que la matásemos, ¿debería confiar en ti ahora para ayudarnos? ―interrogó Ray sin más, con voz de trueno.

―Porque ahora estoy de parte de ustedes ―respondió Manuel con tranquilidad.

―¿Por qué? ¿Porque te enamoraste de Abril?

―No sabes lo que dices. ―Manuel sonrió con amargura.

―Aclaralo entonces, ¿por qué ahora tienes este cambio?

―Porque yo no quiero estar de parte de esa mujer.

―¿Solo por eso?

―No estoy enamorado de Abril ―aseguró― y mucho menos ella lo está de mí. No debes temer que nadie te la robe.

―No confío en ti.

―Ray, Manuel es el único que puede ayudarnos ―intervine―. Todo se hará más complicado sin él.

―Nosotros podemos ayudarla. Nick...

―Yo no puedo hacer nada si no está en su memoria inmediata ―comentó Nick.

―Yo no quiero a Manuel cerca de Abril ―rugió como un demente.

―Manuel estará cerca de Abril lo quieras o no ―repuso Leo con calma―. No puedes negarte a la posibilidad de que Manuel nos ayude y acelerar, de esa forma, el avance de Abril. Si es quien creemos, cualquier ayuda será poca. Solo tenemos unos meses para que ella complete su transformación y...

―¡No me gusta! ¡No quiero! ―protestó furioso.

―Estas celoso porque no confías en ella ―espeté más furioso aún―. Apuesto mi cabeza a que si ella se pareciera a Isabel, no tendrías ningún problema, pero como es igual a Marina...

―Sí, Joseph, sí, Abril es idéntica a Marina y la amo y la odio por la misma razón. Creo, pero no confío en ella. Ella pone mi mundo de cabeza y pondría el mundo a sus pies cuando me mira, pero cuando pienso con la cabeza... No puedo. Ella...

―Ella no quiere lastimarte, Ray ―afirmó Nick―. Ella te ama.

―Es cierto, Ray ―agregué―, te ama, pero tú no mereces su amor.

Me miró como si quisiera asesinarme.

―No me mires así, es la verdad ―continué―. Tú no mereces que te ame, no mereces nada de ella. La lastimas a cada paso, no crees en ella, te da lo mismo lo que ella siente.

―Ella te ama mucho más de lo que puedas siquiera comprender ―expresó Manuel con su habitual calma.

―¡Tú no sabes nada! ―exclamó Ray.

―¡Eres tú quien no tiene idea de nada! ―espetó Manuel perdiendo la cabeza―. Tienes más de quinientos años y ¿de qué te ha servido? De nada. No has aprendido ni te ha interesado saber. Estás tan absorto en tu propia miseria que no has visto nada de lo realmente importante.

Las Lunas de Abril IIDos almas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora