Capítulo 15: Miedo

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El miedo de las chicas hizo que sus mentes colapsaran, sin embargo, jamás imaginé que Abril escapara de nosotros. ¿Por qué? ¿Cómo era posible que creyera que nosotros, una vez que todo esto terminara, las eliminaríamos? Que yo la mataría. Ella sabía que jamás permitiría que le hicieran daño. Se lo demostré miles de veces. Ella era mi hermana, mi princesa, la única mujer por la que daría la vida y la única por quien había vivido toda mi vida. No. No podía comprender su proceder.

Si tuve miedo cuando la perdimos en el bosque, ahora lo tenía más. Las calles eran peligrosas, sobre todo a esa hora de la noche. Y la ciudad era tan grande que no sabríamos por dónde empezar. Decidimos ir Ray, Nick y yo en su búsqueda. Si tan solo estuviera Manuel...

Como llamándolo con mis pensamientos, llamó por celular a Ray avisándole que había encontrado a Abril y que no se encontraba muy bien. A medida que hablaba con él, nos fuimos a buscarlos. Allí estaban. Manuel la tenía en sus brazos, desmayada, cubierta con su abrigo. Me acerqué presuroso a verla y el sonido en sus pulmones me indicó que había neumonía. Y cómo no, si estábamos en invierno y ella vestía con un pantalón de tela y una blusa delgada. Sin zapatos. Pobre muchacha.

Manuel la dejó en el asiento trasero del coche y yo me fui a verla. La sané, pero el frío no podía quitarlo y a dos grados, no era mucho lo que podía hacer. Me senté y la tomé en mis piernas, Manuel se sentó a nuestro lado y acomodó el abrigo que la cubría. Ray le había dicho que fuera con nosotros. Ahora, más que nunca, lo necesitábamos, por lo que cuando Ray le ofreció irse al departamento con nosotros, me alegré.

Al llegar, pocos minutos después, Abril abrió los ojos y me miró unos segundos. Ray abrió la puerta para sacarla.

―Lo siento, no sabía lo que hacía ―se disculpó.

―Tranquila, princesa, estás aquí con nosotros. ―Le di un beso en la frente y la abracé con suavidad antes de entregársela a Ray.

―Puedo caminar ―protestó cuando quiso tomarla en sus brazos, pero tambaleó y él la tomó de todas maneras. Se la llevó apresurado.

Detuve a Manuel un momento.

―Sé que dices menos de lo que sabes ―apostillé―. Dime, Manuel, ¿qué es lo que escondes?

―Joseph... No...

―No sigas fingiendo que no sabes de lo que te hablo, Max me contó que tú estuviste allí cuando Abril se perdió en el bosque y lo que le dijiste. Ahora, también estabas tú. Las dos veces dormida. ¿Tienes ese poder?

―Es algo que se ha ido dando con los años.

―Pero lo tuyo es más poderoso que lo de Ray.

―No. Es solo que puedo hacerlo a distancia.

―Tú tienes muchos secretos, Manuel.

Las Lunas de Abril IIDos almas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora