Capítulo 16

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 Luego que apareció Abril todos quedamos más tranquilos. Nicole se sentía un tanto atemorizada por la reacción anterior de Ray, aun así, ella quería seguir adelante con todo. Se fue a acostar a una de las habitaciones del departamento y yo me quedé con ella.



―Max, yo quiero vengar a nuestro pequeño hijo, no se merecía morir así y más, he esperado demasiado tiempo para esto ―me confesó en el cuarto.


―¿Cómo sabes que eres Sonya? ―Las dudas no dejaban de taladrar la mente.


―Yo... Yo soñaba mucho con ese momento. Bueno, no fue desde siempre, comenzó en mi cumpleaños número veintitrés.


―Cuando nos conocimos... ―medité.


―Sí. Aquella noche comencé con los sueños.


Guardó silencio un momento, tiempo en el que tuve la oportunidad de recordar nuestro primer encuentro. Yo andaba a la caza de unos humanos muy desgraciados. Y la vi. Salía del cine y ellos quisieron atacarla, como esta noche. Entonces, aparecí en su ayuda. Maté a los tipos y la saqué del lugar. Ella se conmocionó en primera instancia, sin embargo, rato después, ya estaba segura que yo no le haría daño y que no era un ser normal, aunque en ese momento no sabía quién era. Poco tardó en darse cuenta de qué era yo. Jamás me temió. Y a mí siempre me gustó.


―Luego... Un par de semanas después, me encontré con un profesor de parasicología. Fue un encuentro casi casual. Él llegó al cine a ver una película de terror, a la salida se acercó a mí y comenzamos a hablar. Me dijo que yo era especial, que esta vida mía, esta que yo conocía no era mi vida real, que había vuelto por una deuda del pasado, por una venganza que debía cumplir.


―Nuestro hijo... ―musité.


―Así es. El asunto es que aquella noche comencé a averiguar. La verdad es que siempre me han gustado esos temas de cosas raras y comencé a investigar. Este profesor volvió al cine, pero a buscarme. Me pidió hacer una sesión de hipnosis y que él grabaría todo, que mi caso le había llamado la atención y acepté. Ahí apareció Alex y tú y la forma que tuvo Ricardo de matarnos. Yo no entendí en un principio por qué seguías igual que antes, él me explicó que eras un vampiro, que te conocía, bueno, te ubicaba ―corrigió― y que pronto llegaría el tiempo para vengar a nuestro bebé.


―Por eso supiste que yo era vampiro.


―Sí. Yo quería hablarte, contarte todo lo que sabía, pero tú nunca me diste oportunidad. Ayer, cuando me llevaste en tu auto... Yo quise contarte, pero en mis sueños aparecía que pronto llegaría el momento y que no era bueno apresurar las cosas, que tenían que darse naturalmente, que el universo es sabio.


―Ese momento es hoy.


―Sí. Y me alegra, pensé que jamás llegaría. Por eso no entiendo que Sabrina y Abril sean tan miedosas, si quisieran hacernos daño, ya lo hubieran hecho. Ustedes no son animales, son seres extraordinarios con inmenso poder, ¿quién no querría algo así para su vida? ¡Yo lo quiero! ―terminó con demasiado entusiasmo.

Las Lunas de Abril IIDos almas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora