Capítulo 19: Guerra y amor

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Cada día las cosas iban tomando el rumbo que correspondían. A pesar de que la noticia de Max y Nicole acerca del verdadero origen de Sabrina nos sorprendió a todos, estábamos seguros que ella no había heredado su maldad, al contrario, Sebastián nos indicó que su padre tenía más parecido a ella y que él venía en camino para reencontrarse con su hija.

Por otra parte, Abril por fin logró realizar el pentagrama de fuego. Saber todo el mal que había hecho su hermana, le dio el aliciente necesario para realizarlo. Y no solo eso. También se convirtió en un ser de energía pura que nos dejó a todos atónitos, excepto a Manuel, que ya se lo esperaba. Al verla así, me di cuenta de lo poderosa que era y me sentí fuera de lugar con ella. Sí, había sido mi hermana en una vida, pero no teníamos nada en común. Ella era poderosa, en cambio yo...

Una brisa rodeó mi cuerpo. Era Abril que con un suave torbellino nos abrazó a todos.

―Tú eres mi hermano, mi guardián, quien me mantuvo viva en estos años, sin tu recuerdo, sin tu seguridad de que éramos dos almas diferentes, mi luz se hubiera extinguido. Gracias a ti estoy viva. Te amo, hermanito.

Su voz, cálida, suave y profunda, hizo que de mis ojos brotaran lágrimas de sangre. ¿Cómo iba a olvidar a mi hermanita, mi princesa y cómo iba a permitir que ella fuera olvidada u odiada, sobre todo por Ray que la amaba y que no quería comprender que ella eran dos almas en un mismo cuerpo?

No sé si todos escucharon lo que me dijo, porque ninguno habló ni se volvió a mencionar nada de ese episodio. Todos estábamos demasiado emocionados con ese nuevo logro.

De todas formas, debo confesar que sentí un poco de celos cuando ella, al volver a su estado natural, corrió a los brazos de Manuel y lo abrazó. Entonces, me di cuenta. Max tenía razón y mi percepción en la noche que se perdió Abril, eran ciertas. Manuel nunca vio a Abril como mujer porque ella era su hija. Y me alegré por ellos, por fin podrían reencontrarse. Manuel me observó de tal forma que no pude esquivar su mirada y no supe si fue real o no, si lo imaginé o qué, pero dentro de mí oí la voz clara de él rogando que no dijera nada, que aún no era tiempo.

Poco a poco fueron llegando los invitados a la batalla. Seres de todas las clases, de todos los mundos. Los había quienes venían de la esfera espiritual, los que eran fantasmas, por así decirlo, como Maribel; vampiros, como nosotros; hombres lobo, con los que no nos llevábamos nada bien; brujos, hechiceros; ángeles e incluso demonios. Todos unidos en una sola causa: destruir a Marina de una vez y para siempre.

El único problema con eso es que poco o nada podía ver a mi hermana. Claro que debo reconocer que una chica comenzó a ocupar mi tiempo y mis pensamientos. Una hermosa vampira a la que no me atrevía a acercarme por miedo al rechazo. Nunca había tenido a una mujer, al menos siendo vampiro y, como humano, ya había pasado demasiado tiempo.

Me gustaba verla practicar. Tenía la gracia de los felinos, se movía como una pantera y eso me enamoraba cada día más. Muchas veces me escondía para admirarla. Como ahora.

Ray Nick, Max y Leo pasaron por mi lado, llevándome consigo al sótano, donde estaban Manuel y Abril. Él le acababa de confesar que era su padre original y que Ricardo era su hermano. Llegamos en el preciso momento en el que Abril le decía que debíamos rescatarlo de esa mujer.

Las Lunas de Abril IIDos almas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora