Sadness and Happiness/ Muke

S

—Mira quien va ahí.

—Es el chico fenómeno ¿Cómo se llama?

—No sé y no me importa. Es solo un bicho raro.

—Ojala se muera.

— ¿Cómo podrá vivir consigo mismo sabiendo que es tan horrible?

Los ojitos del Michael se llenaron de lágrimas ante las palabras tan dolorosas que sus compañeros de pasillo le soltaban como si él no estuviera ahí. Aceleró su paso al tiempo que bajaba la vista para evitar que las lágrimas resbalaran por sus pálidas mejillas.

—Nadie lo quiere.

—Maldito parasito.

— ¿Cuánto crees que tardara en suicidarse?

—No lo sé, pero ojalá sea pronto para dejar de verlo.

Eso fue el colmo para el chico de cabellos azules que guardando sus sollozos, corrió a los baños. Afortunadamente estaban vacíos y corrió a encerrarse a uno de los cubículos. Se dejó caer en el piso, escondió su cabeza en sus rodillas y dejó que toda la tristeza de su cuerpo saliera. Sus lágrimas empaparon su ropa y numerosos sollozos escaparon de su garganta.

El timbre que daba inicio a las clases sonó, pero él siguió ocultó todavía llorando.

Se sentía tan mal. Necesitaba desesperadamente a alguien que lo consolara...

Casi sin darse cuenta, tomó su celular y con dedos temblorosos, marcó el número de Luke. El celular sonó varias veces y Michael estaba a punto de colgar, cuando se escuchó una voz vacilante al otro lado.

— ¿Si?

— ¿Luke? Soy yo, Michael —el teñido sollozó y trató de ocultarlo cubriéndose la boca con una manga de su suéter —. Yo... siento tanto interrumpirte, pero realmente necesitaba hablar con alguien y...

—Shh, bebé, está bien ¿Si? Solo espérame un momento —Michael escuchó como Luke pedía permiso para salir de clase con una excusa barata seguido de un abrir de puertas—. Listo, ¿ahora qué sucedió?

El chico de ojos verdes tomó aire y con voz vacilante le contó todo. Numerosas lágrimas se deslizaron de sus ojos y más de una vez tuvo que hacer una pausa para recuperar el aliento.

— ¿Luke, estas ahí? —preguntó tras un largo silencio del otro lado de la línea temiendo que su amigo hubiera colgado y dejado solo.

—Estoy aquí, lindo y siempre lo estaré ¿de acuerdo? Y no me refiero a una simple llamada telefónica. Me refiero a toda la vida. Siempre estaré aquí y nunca te fallare en nada. Nunca.

— ¿Lo prometes? —Michael alzó la cabeza un poco ansioso deseando saber su respuesta.

—Lo prometo.