Sadness and Happiness/ Muke

A

Michael era una hermosa y adorable persona. Era un poco pequeño para su edad (lo que acentuaba su aspecto de gatito) y siempre usaba suéteres enormes que lo hacían ver encantador. Siempre llevaba el cabello azul peinando hacia abajo, cuyo color solo lograba resaltar aún más lo pálido de su piel. Simplemente todo en Michael Clifford era hermoso.

O al menos eso era lo que pensaba Luke. Luke pensaba firmemente que el chico de ojos verdes era perfecto.

Amaba todo en él, desde sus bellos ojos hasta lo delicado de su piel. Amaba la forma en que sus suéteres se amoldaban a su menuda figura y la forma en que sus rojos labios se curvaban en una adorable sonrisa cuando estaba feliz.

Pero también odiaba tantas cosas de él.

Odiaba ver sus preciosos ojos verdes rojos por el llanto. Odiaba ver la delicada piel de su chico marcada por los cardenales que sus compañeros le hacían al golpearlo. Odiaba que sus suéteres fueran motivo de burla en su escuela. Odiaba que las comisuras de sus labios casi siempre apuntaran hacia abajo.

Pero sin duda, lo que más odiaba en el mundo es que Michael no se amara así mismo. Que no comprendiera que era maravilloso y que no era menos que nadie.

—Mikey, ¿Qué sucedió? —preguntó preocupado cuándo vio al chico de ojos verdes llegar esa tarde al parque, llorando.

Sin dudarlo, le abrió los brazos y Michael se refugió en ellos como desesperado.

— ¿Por qué me pasa esto a mí, Luke? ¿Por qué a mí de todas las personas en el mundo, tiene que sucederme precisamente a mí? —el chico parecía tan desconsolado que a Luke le dieron ganas de llorar con él para que no estuviera solo. Pero eso no era posible porque solo lograría entristecer más a Michael y el rubio nunca haría eso.

Si él no era fuerte por los dos, ¿Quién lo sería?

— ¿Qué pasó, pequeño? —Insistió apretando más el menudo cuerpo del chico contra si—. Por favor dime que pasa.

—Mi mamá me odia. ¿Por qué lo hace? ¿Qué he hecho yo para que me odie? ¿Tan malo soy que hasta mi propia madre me odia?

— ¿Por qué dices eso?

Pero el chico no contestó y solo lo abrazó más.

—Nadie te puede odiar, lindo —susurró el rubio acariciándole el cabello—. Nadie, nadie ¿Me escuchas? Eres demasiado hermoso para que la gente lo haga.

—Luke, ¿Tú me.... odias? —balbuceó con mucha dificultad Michael temiendo su respuesta.

— ¿Odiarte? Joder, Mikey, yo nunca odiaría al ser humano más hermoso de todo el mundo.

Y Michael volvió a creerle.