Decente

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Me veo estúpido, piensa el dieciseisañero, pasando una mano por sus rizos. Ni siquiera sabe por qué va a esa estúpida fiesta. La última vez que asistió a una fiesta se fue soltero, humillado y cubierto de alcohol. El recuerdo no es algo que le guste revivir, y sabe que los recuerdos son una parte inevitable en una fiesta, y lo más probable es que entre en pánico. No hay forma de poder escapar de esa noche. Pero ha estado dando su mayor esfuerzo por evitar deliberadamente cualquier cosa parecida a una fiesta por casi ocho meses. De todas formas, no es como si estuviese acostumbrado a que la gente lo invite. Cuando lo piensa, en realidad nadie nunca lo ha invitado a él a una fiesta. Jack siempre era quien recibía la invitación, y entonces Brad era el patético noviecito que andaba pegado a él.

El joven ve su camiseta blanca y vaqueros negros con una pierna y media en el espejo. Decide vestirse de forma sencilla, porque no tiene ni idea de cómo se supone que se vista para una fiesta. Básicamente, no tiene ni idea de cómo vestirse para nada, pero al menos lo intenta. Tristemente, terminó luciendo un poco como Simon Cowell.

Brad sale cojeando del baño cuando el timbre suena a lo largo de la casa, seguido por los ruidosos ladridos de Jesse. El dieciseisañero se hace camino con cuidado escaleras abajo junto a Jesse, observando a su mamá abrir la puerta y saludar a un enfurecido James en pijama de pie en la entrada. El rizado sacude su cabeza mientras llega al último escalón.

—Asegúrate de comer —su mamá le dice a su hijo, luchando por poder besar la mejilla del joven.

—Lo haré —responde Brad, quitando su bálsamo de labios de su rostro.

—¡Diviértanse estudiando! —se despide de ellos con la mano mientras salen de la casa hacia la noche, James caminando arduamente un metro por delante de él.

—¿Estudiando? —repite James después de que la puerta se cierre detrás de ellos. El menor se ríe entre dientes de su mentira—. ¿Por qué estarías estudiando un sábado por la noche?

—Porque quiero ser inteligente —Brad le dice, dándose golpecitos con un dedo en la sien—, y de todos modos, ésa es la excusa que todos usan. No pude pensar en nada más.

—No trajiste ningún libro contigo, cerebrito.

—Ups —el menor dice con indiferencia. Abre la puerta del asiento del pasajero y se sube, lanzando sus muletas en la parte trasera del vehículo.

— Todavía no puedo creer que te esté llevando a una fiesta a la que ni siquiera fui invitado —James murmura con rabia mientras se desliza en el asiento del conductor—. ¿Por qué siquiera fuiste invitado? Eres molesto y grosero.

—¡No soy molesto!

El mayor suelta un suspiro de frustración. Música pop llena el carro cuando el motor cobra vida de un rugido.

—Brad, nunca ayudes a tus amigos. Cuando intentas ayudarlos, te gritan y no te invitan a sus fiestas de cumpleaños.

—Lo recordaré algún día —el dieciseisañero le dice. El auto acelera calle abajo hacia la casa de Connor. Brad se relaja en el asiento y redirige sus ojos fuera de la ventana, el mundo pasando por delante de él como un borrón de casas y luces. Esta noche sólo será divertida si dejas que lo sea, se recuerda antes de repetir la oración una y otra vez en su cabeza, inhalando y exhalando profundamente. Se recuerda ya no dejar que el pasado lo moleste. Se supone que Brad lo haya superado a estas alturas. Pero es aterrador.

El viaje es silencioso, dándole al rizado demasiado tiempo para pensar en su ex novio y en su actual novio. No sabe realmente qué pensar sobre Tristán ahora. Brad ha estado demasiado avergonzado por lo de la mañana del domingo como para hablarle, ignora todas las llamadas y mensajes de texto suplicantes del rubio. Seguro, su novio ha visto al dieciseisañero en los peores momentos, pero está molesto consigo mismo por haberle hablado tan bruscamente, y luego por haber entrado en pánico frente a él. Todavía no puede olvidar cuán histérico lucía Tristán. Era casi como si viera cómo se sintió con Connor en el hospital, y no quiere compararse a sí mismo con el nuevo dieciseisañero en ese momento.

Enséñame a Respirar -TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora