Herida

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El diecisieteañero da vuelta al vehículo de su nona en el barrio de Brad, tarareando felizmente una canción de la radio que no conoce. Está emocionado. Su comunicación con el menor, y también el menor, han sido extraños desde que comenzaron las vacaciones de primavera, y se siente un poco inseguro de aparecer en la casa de su novio de manera inesperada, pero está demasiado emocionado como para aplazar por mucho más sus buenas noticias. Y, de todos modos, ha pasado demasiado tiempo desde que el rubio vio a Brad por última vez, él sólo quiere estar con él de nuevo.

Hay un carro en la entrada de la casa de Brad. El joven asume que es de su papá, pero no está seguro. Aparcándose en la entrada de la casa de su novio, Tristán apaga el motor y guarda en sus bolsillos las llaves del auto. Se detiene una vez que su mano toca la maneta de la puerta. Lo más probable es que se moleste porque estoy aquí, piensa el rubio. Se hunde lentamente en su asiento, mordisqueando de manera pensativa el corte en su labio inferior. Jmm, en verdad debí haberlo pensado dos veces.

Antes de tener una oportunidad de pensarlo más a fondo, la puerta del frente de la casa de Brad se abre de golpe y el papá del menor sale, como si estuviera en una misión, cerrando rápidamente la puerta detrás de sí y poniéndole seguro. Tristán abre la puerta del carro lentamente y se apea del vehículo.

—A-ahm, hola, señor S-Simpson —Tristán saluda de manera patética, limpiando sus húmedas y pegajosas manos en sus vaqueros azules.

El padre de Brad brinca al escuchar su voz, como si no supiera que estaba ahí.

—Oh, hola... ¿Tristán?

El rubio asiente, feliz de que recuerde su nombre. No sabe por qué, pero sólo esperaba que no lo recordase.

—¿Brad está en casa... señor?

—Brad no va a estar en casa por un tiempo —el padre de su novio responde antes de pasar por delante de Tristán, dirigiéndose a su auto—. Al menos eso es lo que esperamos —agrega entre dientes, pero Tristán aún así lo escucha fuerte y claro.

El joven frunce el ceño y gira, así lo está viendo de nuevo. Espera que no le esté molestando porque, de acuerdo con la que Tristán supone que es la situación, su padre no necesita estar molesto.

—¿Q-Qué le pasó? Si está bien que le pregunte.

—Puedes seguirme al hospital o meterte en el carro, si está bien con tus padres —le dice—. Está muy mal ahora. Sólo regresé a casa para alimentar al perro. No nos permitían entrar en el momento porque Brad estaba siendo intubado, pero estoy seguro de que ahora sí nos permitirán entrar.

—Oh —Tristán dice calladamente. No tiene ni idea de qué significa intubado; sin embargo, hace que la ansiedad retuerza su estómago—. Está bien, creo que sólo lo acompañaré. A mis padres no les importará.

El padre de Brad asiente antes de abrir el cerrojo de las puertas y se desliza en el asiento del conductor. El diecisieteañero se hace camino al del pasajero, el miedo fluyendo a través de su cuerpo. Quiere tanto que su novio esté bien, y desea haber sólo insistido en seguirlo en vez de sentarse en el carro con el intimidante papá de Brad. Cenar con la mamá y el papá del menor fue un desastre e insoportablemente incómodo. Tiene la sensación de que ir en el auto con él no será mucho mejor, especialmente mientras esté enojado porque su hijo está en el hospital. Especialmente después de que le acabara de contar al novio de su hijo: está muy mal ahora.

Tristán entra en pánico. Se desliza en el vehículo y cierra la puerta del auto detrás de sí con una mano temblorosa. Entrelazando sus dedos en su regazo, el rubio mordisquea con nervios sus labios doloridos, moviendo sus preocupados ojos con rapidez y ansiedad por todo el pequeño lugar, descifrando qué podría decir. No hay nada en lo que pueda posiblemente pensar. Está demasiado intimidado.

Enséñame a Respirar -TradleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora