Enséñame a Respirar -Tradley

Ignorante

Un suspiro exasperado escapa de los labios de Brad cuando lo envía una vez más a buzón de voz. Se desploma en el sofá, como una roca, antes de colgar el teléfono y marcarle a Tristán por cuarta vez. Mientras el teléfono suena en su oído una vez más, cruza sus dedos, poniendo su dedo medio sobre su dedo índice, a la expectativa. Éste es quizá un movimiento muy de James, pero al rizado en verdad no podría importarle menos. Desde que salió del cine ha estado deseoso de hablar con Tristán, y al menos entender un poco por qué el diecisieteañero mintió sobre algo así. Brad y su mamá no se llevan bien un gran sesenta y ocho por ciento del tiempo, pero nunca podría imaginarse mintiendo sobre su muerte. Eso es tan horrible, y no es algo en lo que quisiera pensar. Sin embargo, al parecer eso es algo en lo que Tristán sí piensa, y el pensamiento aparentemente no le molesta tampoco. Lo cual es extraño. Y medio morboso, entre más lo piensa Brad.

—Lo siento, no estoy en el momento. Ya sabes qué hacer.

Brad suelta otro suspiro, pero de hecho espera el pitido en vez de colgar y llamar directamente a Tristán de nuevo, como las últimas cuatro veces que llamó.

—Tris, ignorarme no arreglará nada. Entiendo que puedas estar avergonzado, pero no te voy a juzgar. ¿Podemos sólo hablar, por favor?

Lo deja así y cuelga, tirando su teléfono descuidadamente en algún lugar del sofá antes de encender el televisor para ver a una mujer explicando cómo hacer un platillo con un limón y pollo asado. Brad está instantáneamente interesado, aunque ya ha visto este episodio antes. Sube una pierna en el sofá, y deja colgando su pierna enyesada antes de acurrucarse en los cojines. Cada pocos segundos sus ojos marrones se movían con rapidez hacia su teléfono, sólo en caso de que Tristán decida dejar de ser un cobarde, en caso de que Tristán llame, o incluso si le envía un mensaje. Brad estaría más que satisfecho de cualquier forma. Pero después de los primeros treinta minutos, pierde las esperanzas. Tristán huye mucho, aunque le admitiera a Brad que huir no arregla nada. Pero el dieciseisañero asume que simplemente es más fácil para él huir de un incendio que apagar las llamas. No obstante, tiene sentido. Brad a veces puede ser de la misma forma.

Quizá me llamará mañana, asume Brad, encogiéndose de hombros. Pero no quiere que Tristán lo llame mañana. Todo lo que quiere es que el diecisieteañero le hable de la situación, para que así los dos puedan superarla. Brad ni siquiera está molesto con él por mentir. Está molesto con él por ignorarlo.

—¿Brad? —El joven gira su cabeza hacia sus padres al escuchar su nombre.

—¿Quieres hablar? —pregunta su mamá, de pie junto a su papá. El rizado se encoge de hombros, haciendo que su papá se siente a su lado y que su mamá se deje caer en la silla al lado del sofá.

—Supongo que quieren escuchar sobre Jack y Tristán —Brad murmura, jugueteando nerviosamente con sus dedos.

—Nos gustaría, sí —su papá dice.

—Jack terminó conmigo hace mucho tiempo —su hijo admite en voz baja—. Ahora no quiero hablar del porqué —agrega rápidamente—, pero me ha estado acosando desde que terminamos. Bueno, creo que podrían llamarlo así. Se mete conmigo mayormente por mi desorden alimentario, y sobre todo en frente de gente. Quizá para humillarme, no lo sé. Drew y yo ya no somos amigos tampoco. No quiero entrar en detalles de eso tampoco.

—Pero Jack era tan dulce —su papá dice con tristeza. Brad piensa que su papá está más desconsolado por el rompimiento que él mismo.

—La gente cambia, papá.

—¡Deberíamos informárselo al director! —Su mamá decide al instante—. ¡Que lo suspendan o lo echen de la escuela!

—Eso no va a mejorar las cosas. Aunque el matoneo duele, no me gustaría ir a decirle al director. Le estaría haciendo saber que me hizo daño, y me he dado cuenta de que no debería dejar que me lastime en lo absoluto —Brad le dice, repitiendo prácticamente las mismas palabras que su terapeuta le dijo durante una de sus sesiones de terapia.