Pensar en regresar a la escuela le revuelve el estómago. Después de unas espantosas vacaciones de primavera sentado en el armario con Jesse, y caminando sigilosamente por toda la casa de dos pisos cuando se cansaba de ahogarse en su tristeza, no está listo para volver al mundo de nuevo. No está seguro de cómo se supone que preste atención en la escuela y logre mantener su promedio por los próximos tres meses, cuando su amigo está muerto. Entre más piensa en Connor y en el hecho de que realmente está muerto, le molesta incluso más. Nunca hubiera creído que tomaría su muerte tan fuertemente. Nunca se dio cuenta realmente de cuánto apreciaba la amistad de Connor. Bueno, excepto cuando estaba borracho en su fiesta de cumpleaños; aunque el hecho de que sólo le dijera cómo se sentía en verdad cuando no estaba sobrio, le molestaba más que el hecho de que esté muerto.
Me odio, piensa el rizado, viendo críticamente su horrendo reflejo en el espejo. Lanzando su cabeza hacia atrás, el dieciseisañero traga una píldora con un trago de agua antes de sacudir dos más en su palma para ayudarlo a pasar el día. El joven las traga rápidamente y mete la botella en el bolsillo del pantalón de su uniforme. Se siente mal por tomar en secreto pastillas adelgazantes cada mañana, sobre todo porque Tristán evidentemente odia que sienta la necesidad de hacerlo, y no le gusta actuar a espaldas de su novio y ocultarle cosas importantes, pero no cree que el rubio en verdad lo entienda tanto como solía.
No quiere que Tristán esté enfermo, y no quiere que el mayor entienda cuán mal se siente perder a un amigo a manos de la bulimia, pero le entristece cuán diferente ahora son los dos chicos. A Brad siempre se le gustó el hecho de que, en cuanto a la anorexia se refiere, era algo que él y Tristán podían entender, pero ahora es simplemente extraño; aunque su novio da su mayor esfuerzo, y ésa es una de las cosas que ama de él. Intenta su máximo esfuerzo para también ver las situaciones desde la perspectiva de Brad.
El menor gira la cabeza rápidamente al escuchar que tocan a la puerta, aunque está bien abierta.
—Te espero en el carro —le informa su padre, asomando su cabeza dentro de la habitación.
—Está bien —contesta el adolescente, sacudiendo sus rizos. Con una última mirada a su ceñudo reflejo, sale del baño y se hace camino escaleras abajo con cuidado, para no lastimar su tobillo. Piensa en preguntarle a su papá si puede quedarse en casa un poco más de tiempo sin que le digan a su mamá, pero decide que mejor no cuando llega al último escalón. Si no regresa a la escuela pronto, lo más probable es que nunca encuentre la fuerza para hacerlo. Y, de todos modos, ya está vestido.
Soltando un suspiro mezclado con descontento, se echa los tirantes de su mochila al hombro y arremanga su camisa, los únicos dos brazaletes en su muñeca de alguna manera llamando su atención. El joven recuerda estar sentado en el cuarto de juegos del centro médico, inspeccionando el moretón que se formaba en su muñeca. Era extraño con cuánta frecuencia se hacía un moretón en ese entonces. Es una de las cosas que nunca extrañará de hacer dieta. Pero, aunque sabe que no debería querer ser el enfermo chico del centro médico, todavía hay una pequeña parte de él que prefiere vivir la vida con moretones pintados por todo su cuerpo que libre de moretones y regordete de forma no atractiva. Brad no cree que esa pequeña parte de él algún día se vaya a ir, y no está del todo molesto por eso. Porque, aunque ha entrado a sus sentidos y se da cuenta de que la inanición no es la forma correcta de hacer dieta, también sabe que esa vocecita evitará esos atracones de los que instantáneamente se arrepentirá después; no obstante, la vocecita hasta ahora ha fallado miserablemente en ayudarle a mantener su cordura y a resistir el deseo irresistible de atracarse con comida.
Brad cierra la puerta del frente detrás de sí y camina lentamente hacia el nuevo auto de su padre, aparcado en el centro de la entrada para autos, sus botas arrastrándose por el concreto. Abre la puerta del pasajero, se desliza en el auto y cierra de golpe la puerta detrás de él, soltando un largo suspiro.
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Enséñame a Respirar -Tradley
FanficDonde Tristan es el único que puede hacer que el corazón de cuarenta y dos latidos por minuto de Brad se acelere. 2da. Edición La magnífica portada fueron creada por @Xxnightmaresx #17 - Tradley