Prólogo

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Tres centavos de felicidad.

Prologo.

Azote el portátil tan fuerte contra el piso que termino destrozándose en varios pedazos que quedaron regados por el piso de mi oficina; la pantalla termino quebrándose de manera tan estrepitosa que termine dando un saltito hacia atrás para no cortarme.

Ese jodido hijo de puta decidió hacer lo que veníamos platicando cada sesión pero al final opto por la opción que acallaría a las masas. Jodido "¿Qué dirán?".

Me acosté en el diván que está en medio de la sala y mire el techo dejando mi brazo sobre mi frente... ese estúpido... no pensaba en aquellos momentos o simplemente se olvidó del acuerdo pero creo que preferirá pagar más antes que olvidarme, de eso estoy segura.

Pero yo no estoy segura de poder seguir con este trabajo sintiéndome como ahora me siento por él ya que hay una cosa asquerosa e innecesaria en la mente humana que nos pide hacer lo correcto aunque no sea lo más adecuado pero está más que claro que esa vocecilla se había quedado ahogada en lo profundo de mi basurero mental pero logro resucitar así como si fuera santa la muy maldita.

Mire a mis lados, el sillón desordenado y mi escritorio lleno de papeles de mis clientes pero ahora no quería pensar en ellos, solo quería pensar en que esta sensación en el estómago fuese por alguna comida en mal estado y que el picor en los ojos fuera por alguna basura que hubiese entrado por la ventana y que se hubiese adherido a mi cornea pero no... no eran basuritas ni comidas, eran los jodidos sentimientos que como humana está obligada a cargar.

Me desvanecí por un momento dejándome caer en Morfeo y entonces, dentro de mi estúpida y tortuosa cabeza, recordé aquella ocasión con la que empezó todo esto...

Hace más o menos dos años que llego a mi oficina con un rostro completamente serio pero a la vez curioso, era algo difícil de describir, levante mi figura y me quite las gafas que tenía a causa de mi vista cansada. Apenas llevaba en este trabajo 3 años pero ya era de las mejor pagadas y buscadas.

Flashback

Amm, hola —dijo hasta algo tímido mientras entraba completamente por la puerta.

Adelante, hiciste una cita la semana pasada, dime ¿Cómo te enteraste de mi o de mis servicios? —dije mientras terminaba algunos papeleos de mis otros clientes y él se acercaba, le hice una pequeña señal y se sentó en la silla frente a mi escritorio.

Por un amigo, me platico de ti y termine por buscarte por curiosidad, me ha platicado maravillas de ti —dijo aun mirando las cosas en la habitación hasta posar sus ojos fijamente en la puerta que daba a la habitación contigua.

¿Quién es tu amigo? —pregunte curiosa mientras miraba que sus ojos eran de un claro color liliáceo.

Ricardo Bustamante, uno alto y de cabello castaño —y mientras hablaba hizo algunos ademanes con las manos señalando las características dichas de su amigo.

Si, lo recuerdo, uno de mis mejores clientes —musite mientras recordaba las sesiones con ese hombre— lástima que se casó y su mujer no le permitiría seguir viniendo a visitarme.

Eso a todos nos llega, después de toda su relación contigo solo era... —hizo una pequeña pausa por lo que yo pose fijamente mis ojos en los de él mientras que también me daba cuenta que trataba de no mirarme fijamente, su respiración hacía notar como su pecho trabajado y sus hombros musculados se levantaban lentamente, aunque su rostro tenía una expresión de inocencia y curiosidad— profesional... ¿No?

Tres Centavos De Felicidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora