Tres Centavos De Felicidad

Morena

Morena

Capítulo 3

Después de la dura sesión con Balam, dado que paga 7 horas, regreso a casa adolorida de los muslos y con leves marcas hechas por ese tipo las cuales sé que se quitaran por la mañana.

Llegue al departamento lujoso que me doy gusto en tener y antes de entrar al asesor, ya que vivo en el piso 17 de la torre de departamentos Zimmermman, saque de mi bolso mi celular y note algunas llamadas perdidas y dos mensajes. Frida.

De: Frida, 8:17 pm

"Responde! Se que eres mujer de negocios pero te extrañó 😢"

De: Frida, 8:49 pm

"No seas huraña y hazme caso!!! Sabes qué?, mejor iré a tu casa!!! Te veo a las 9 y media!!!"

Solté una pequeña risotada. Está medio loca.

Frida es mi mejor amiga desde la preparatoria. Nos conocimos dado que el primer día de clase el profesor de historia nos puso en equipos y ella me tocó. Si, lo sé, gran inicio pero con el tiempo me dí cuenta de lo invaluable que es para mí.

Ella tiene una piel morena, como de caramelo, linda y acorde a ella entera. Un cabello rizado y corto que se esponjaba a su gusto, ya que ella lo adora, junto a sus aceitunados ojos que combinada que su delicada figura. Una bomba latina. No pude haber tenido amiga más diferente a mí.

De cálidos sentimientos, empatía por todos, linda, accesible, de sonrisa dulce para todos y poco agresiva, solo cuando se le pica demasiado.

Abrí la puerta del departamento para dar de cara contra la oscuridad. Suspire un momento para después tocar el interruptor a mi derecha activando la luz y dándome vista de mi piso. Mire el reloj de la pared al costado derecho, eran las 9:03 pm así que me decidí a caminar a la cocina para cortar algunas manzanas en cuadritos y ponerle limón y salsa. A Frida le encantan.

Llegue a mi habitación dejando mi saco y bolso, me quite los tacones y descalza fui a la cocina, me puse un delantal y me acomode el pelirrojo cabello que tengo en una coleta rápida gracias a que antes de salir de la habitación tome una dona para cabello, ¿o para que otra cosa sería?

Termine pronto y, antes de la hora acordada, escuche el timbre de la recepción buscando mi voz.

— Señorita, la busca la señorita Contreras —dijo el joven recepcionista al que ya le había dicho que dejase pasar a mi amiga cuando ella llegará pero se empeñaba en avisar siempre que venía. Se quería hacer el importante o le gusta hablar conmigo sea como sea.

— Déjela pasar, ya le había dicho que no hay problema con que ella entre a mi departamento —digo enfatizando el problema ya antes resuelto.

— Perdone, son órdenes del superior, siempre avisar de una visita —se  disculpo el niño, suspire desganada.

— Vale, ya, yo hablare con su superior —replicó y dejó de apretar el botón del interfono de la recepción. Ahora sólo espero a esa Chispita andante llegar.

No pasa ni un minuto de mi plática con ese chiquillo y ya está Frida tocando la puerta como loca. Después de abrir y de un eufórico saludo ya estamos sentadas en el sofá platicando de equis cosa, mayormente de su trabajo como profesora.

— ¿No te desesperan? —dije llevándome un pequeño pedazo de manzana a los labios— es decir, yo los estrangularía al momento de no hacerme caso.