Tres Centavos De Felicidad

Después de todo

Después de todo

    Capítulo2   

Ya era de mañana y apenas estaba sintiendo aquellos labios saborear mi piel, me hacían estremecer a cada segundo de su paso... no podía ver ya que una venda de seda cubría mis ojos a petición del cliente en turno. Mis muñecas comenzaban a pesar pero aquellos labios no se cesaban de pasear por la suave piel de mis senos. Sus manos, un poco toscas y de relieve algo áspero, tocaban el final de mi axila y se deslizaban lentamente por mis costados hasta detenerse en la cintura... deje de sentir el tacto de mi cliente solo para que después mi estómago se estremeciera al advertir sobre él un líquido ligeramente fresco que lentamente fue sustraído por los labios y lengua del hombre que me tenía a su merced.

Su lengua lánguidamente usurpo el líquido aún desconocido para mí mientras sus manos tomaban con fiereza mi cadera para tener mejor acceso al líquido. Al fin pude saber que era vino mezclado con el sabor de mi piel cuando me beso introduciendo su lengua entre mis labios hasta dejarme jadeante, sus labios siguieron un camino hacia abajo y ya sabrán lo que paso después.

Cuando termino el acto, y como siempre hago, verifique que el condón donde se había corrido estuviese íntegro y después me fui a bañar despojando cada contacto de mi piel. Podría decirse que cada cliente es una experiencia diferente pero realmente no era así, me sentía la misma con cada uno y no sentía el más mínimo cambio entre los orgasmos de uno o de otro.

Mi cliente también se ducho, se arregló y se fue justo como llego, rápidamente. Yo me dispuse a cambiar las sabanas y arreglar como se debía la habitación de juegos. Cuando termine comencé a arreglarme para poder terminar el papeleo que requería el día. Me acomode en la cadera una falda azul marino y me faje una llana camiseta blanca más unas zapatillas blancas, me levante el cabello en una rápida coleta y comencé a teclear como rayo en la computadora apurando mis deberes pues en una hora vendría alguien más.

Gracias a que mi escritorio estaba pegado a la ventana, que cubría literalmente todo ese lado de la habitación, me di cuenta que un automóvil Bugatii negro entraba por el estacionamiento, puede que viniese al restaurante que estaba 4 pisos más abajo que mi oficina que ocupaba el 7 piso de un edificio de 8 pisos. Si... mi consultorio abarca todo un piso de un edificio pero... bueno, es que tengo varios cuartos de juegos. Seguí pensando en el porqué de ese carro, pero es que en verdad ese estilo de automóviles me gustaba mucho, no fue por otra razón, también puede que solo viniera a estacionarlo ya que en la planta baja se prestaba aquel servicio pero en fin, decidí no romperme la cabeza con tanto pensamiento sobre lo que venía a hacer aquel automóvil a este lugar y seguí con mi papeleo que bastante atención ocupaba de mí.

Me terminé soltando el cabello al cabo de 15 minutos, me encantaba como se movía y su color pues era un inusual rojo que a todos encantaba, combinado con mis ojos miel, realmente me hacía sentir bonita. Me peiné el cabello en una larga trenza y me puse un poco de rojo en los labios y justo cuando estaba terminando escuché que alguien llamaba a la puerta, era mi secretaria Mariana quien se veía algo apresurada.

— Señorita Juliette —dijo cuando yo aún no le había la puerta— viene a verla un hombre que no me quiere dar razones, dice que quiere verla, que ya hizo cita y es todo lo que me dirá —dijo la chiquilla de 19 años, ella realmente no sabía en que trabajaba, pensaba que era una psicóloga que prestaba sus servicios únicamente a hombres...

— Tranquila Mariana, no debes de alterarte así —dije tratando de calmarla pero manteniendo un perfil un poco frió— dile que pase, ya yo lo pondré en su lugar —respondí segura de que nadie se iba a imponer de esta manera, ni siquiera el mismo presidente.