Marzo

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3 de marzo de 2003.

Esta semana tenemos cinco reuniones. Cinco. No sé cómo nos llega el tiempo y el ánimo para todo. Admiro mucho el trabajo de Marcos, desde fuera no parecía tan sacrificado. Hoy le he visto cansado y la reunión de mañana no ayuda mucho. Está estresado así que me he acercado con un té. Él ha sonreído y me ha dado las gracias, yo he salido satisfecha. Al terminar el día, me ha pedido que cene con él. Cosas de trabajo dice. Pero no me lo creo, ¡por favor!, no soy tan ingenua. La cena ha ido bien. Hemos ido a un sitio reservado, de etiqueta. Yo con un vestido negro ceñido pero discreto y unos zapatos altos. Él trajeado, como de costumbre, pero la corbata... ¡Ugh! Era horrible. Él se ha fijado en mi vestido y yo, como soy así de torpe y su comentario me ha puesto un poco nerviosa, he respondido con un "Bonita corbata". Nada más decirlo se la ha quitado y he visto algo diferente en sus ojos. Espero que no se nos vaya de las manos, él tiene la vida resuelta pero mi futuro aún está en juego, aunque en el fondo... No sé qué pensar de todo esto.


5 de marzo de 2003.

¡Guau! Creo que es la primera vez que vuelvo a ti tan pronto, y eso que hace muchos años que empecé a escribir mis pensamientos. La cena del otro día fue bien, ya lo sabes, pero he sentido la necesidad de abrirte porque mi jefe está raro conmigo. Yo sabía que lo de la cena no era algo casual, ni mucho menos algo de trabajo. Creo que quiere algo conmigo. ¡Qué típico! Soy la becaria y él el jefazo cañón. Si le doy pie a algo más adiós a mi carrera en esta revista. Seré la enchufada. O peor, la zorra de la oficina, y no quiero nada de eso.


8 de marzo de 2003.

Ayer, al terminar la jornada, me sentí algo extraña. Marcos estuvo todo el día ignorándome. Vamos, lo normal entre el jefe y la de los cafés. Pero había algo extraño... Me miraba con dureza y, maldita sea, me excitaba. Se acercó un par de veces a mí con excusas absurdas y tenía gestos que no me cuadraban... Hubo un roce, me cogió de los hombros por atrás como queriendo infundir ánimo e incluso me apartó un mechón de la cara. Me ignora y me hace caso, ¿es eso posible? ¿Y qué hago al respecto? ¿Le digo que no es apropiado? Te lo cuento hoy porque siento que así los pensamientos podrán salir de mi cabeza. Ojalá todas estas líneas recibiesen respuesta alguna vez.


17 de marzo de 2003.

Mañana tengo una comida de trabajo. Al parecer, Marcos quiere aclarar algunos detalles sobre la próxima reunión. Trabajamos mucho, una comida a cargo de la empresa nos vendrá bien a ambos, ¿no?


20 de marzo de 2003.

Marcos parece más estresado de lo normal. Por lo que se habla en las reuniones, las cosas no van tan bien como se esperaría. Otra revista está siendo una fuerte competencia y los jefazos exigen más a sus subordinados. Cuando mi jornada ha terminado, he visto que él seguía en su despacho. Cuando le he preguntado si necesitaba algo me ha despachado haciendo un gesto con la mano y sin levantar la mirada de sus papeles. Seré idiota, pero he ido a un restaurante tailandés que hay cerca y he comprado comida suficiente para los dos. Cuatro manos trabajan más que dos. Ahora es tan tarde que apenas tengo fuerzas para sujetar la pluma pero me apetecía expresarme un poco. Nadie me comprende como tú.


24 de marzo de 2003.

Marcos y yo estamos más compenetrados que nunca. A parte del café y su agenda, ahora me deja ayudarle con las montañas de papeleo que se le acumulan. Desde la "cena" del otro día se le ve más animado y con más ganas de trabajar. Dice que le gustó mucho y que ya no quedan chicas como yo. El cumplido me ha halagado y creo que se ha dado cuenta de lo roja que me he puesto porque ha sonreído al decirlo. Ahora tengo más trabajo que nunca pero al menos me siento útil, sobre todo más que mis compañeros. De hecho, ya me han preguntado si me he metido en su cama. Nos llevamos bien, así que no me lo he tomado a malas, sobre todo porque cada vez siento una atracción física más fuerte por él.


28 de marzo de 2003.

Hoy no he ido a trabajar. Debí de coger frío porla noche porque me encuentro fatal y no estaba yo esta mañana como para ser la criada de nadie. A medio día me ha llamado Jessica para contarme novedades y se ve que mi jefe estaba hecho una furia porque yo no estaba. ¡Y eso que he llamado al trabajo para avisar de que no iba! En fin, lo más fuerte del día es que Marcos se ha presentado en mi casa. Cuando le he preguntado que cómo sabía mi dirección me ha respondido que lo ponía en mi expediente y que había pensado venir porque estaba algo preocupado, que una chica trabajadora como yo no se saltaría un día de trabajo a la ligera. Ha mirado mi expediente para venir a mi casa y no sé qué pensar al respecto. Estaba preocupado, eso lo entiendo. Pero es mi jefe, me parece algo excesivo. Al menos me lo parecía hasta que se ha asegurado de que estaba bien y se ha despedido de mí con un beso en la mejilla. ¡QUE ERES MI JEFE, POR DIOS!

El último día de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora