Agosto

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31 de agosto de 2003.

Dios mío, me había olvidado de ti completamente (perdón, perdón, perdón). No hemos parado en todo el verano. Nunca en mi vida había viajado tanto. Hemos estado casi por toda España y ha sido maravilloso. El verano ha sido bastante tranquilo, excepto por el traqueteo de los viajes y un pequeño incidente en la costa mediterránea. Creo que por eso te he recordado, necesitaba contárselo a alguien. Tampoco fue nada del otro mundo y pensándolo bien es normal que Marcos se pusiese así, a mí no me gustaría que una chica se hubiese acercado a él. En fin, un tío se me acercó. Estaba en el agua, sola, y él me echó los trastos. Tampoco es que hiciera nada. Intentó ligar conmigo y le rechacé. Aunque el chico lo aceptó, Marcos se puso hecho una furia. Que si qué hacías sola en el agua, que si es normal que me vengan los tíos con el bikini que llevas, que si debería ser más discreta. Luego se disculpó, por supuesto, pero el día se fue al traste. Se dio cuenta y por la noche lo solucionamos. A veces odio el poder que tiene sobre mí. Yo intento resistirme, pero me tiene completamente ganada. En fin, la cosa no fue mucho más allá y durante el resto del verano fue el hombre que me tenía encandilada desde hacía meses y con el que acepté casarme. Hoy me estoy enrollando. Lo sé porque me duele la mano de escribir. Pero es que me caso en una semana y estoy muy nerviosa. ¡COMPRÉNDEME! Recuerdo los meses que hemos pasado juntos y siento como si mil mariposas revolotearan en mis tripas y me las mordisquearan (de verdad, estoy muy nerviosa). Él disimula mejor que yo, pero sé que también está nervioso. Vamos, para no estarlo.

El último día de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora