Abril

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1 de abril de 2003.

Nunca he escrito tan seguido, pero tengo tantas cosas dentro que no soy capaz de aguantar más tiempo sin contártelas. El fin de semana me sentó genial y, aunque ayer me tomé el día para finiquitar el catarro, hoy ya me siento como nueva y he dado todo de mí en el trabajo. ¿Por qué escribo hoy? Te cuento.

Le he llevado a Marcos un café bien cargado además de su agenda, a la vez que le decía las reuniones que tenía la semana siguiente en una misma mano mientras con la otra sujetaba los papeles que necesitaba que firmara y los que debía llevarle para revisar (soy toda una malabarista, ya lo ves). Bueno, pues me ve entrar por la puerta y, cuando dejo todo en su mesa, se levanta y cierra la puerta y las persianas. Ha empezado a decirme que se alegraba de que estuviese bien, que no había nadie que le ayudase como yo, que era toda una máquina trabajando... y de los halagos laborales ha pasado, de repente, a decirme que iba muy guapa. Mi cerebro pensaba: ¡Alto, vaquero! Pero mi cuerpo decía: ¡Dios, dios, dios! Se ha acercado a mí, como a medio centímetro de mi cara. Yo, obviamente, estaba roja como un tomate, como el gazpacho, como las rosas, como una caja de bombones de Nestlé. Casi me besa, y digo casi porque he salido corriendo. Lo que pensará no lo sé porque he estado todo el día de aquí para allá, evitando quedarme a solas con él más tiempo de lo necesario.



15 de abril de 2003.

Cuando ya pensaba que lo de hace un par de semanas había sido un desliz por su parte, Marcos me ha vuelto a acorralar. Ha estado esperando a que se me pasara el bochorno para atacar y buscar mi respuesta. Y vaya si la ha encontrado. Cuando salí de aquel despacho... Joder, cuántas veces habré deseado no haberlo hecho. Así que esta vez no iba a huir. Tampoco tenía por qué enterarse nadie (aunque se lo he contado a Jess, pero eso no cuenta). Cuestión: nos hemos besado. Pero besado besado, en plan fuerte, con ansia. Hasta me ha agarrado por la pierna, subiendo hasta mi trasero. A ese le ponen las becarias. Joder, y a mí los jefes. Bueno, es la primera vez que me pasa, tampoco puedo decir que sea un patrón. Claro que también es mi primer trabajo. Hoy me alegro de que no me puedas responder, agradezco este silencio.



16 de abril de 2003.

He batido mi récord de "no-poder-esperar-más-para-coger-la-pluma" pero Marcos se ha presentado en mi casa y esto es algo que debo documentar. Después de lo de ayer, se respiraba un aire entre nosotros bastante raro. Ninguno de los dos quería echar cuentas. Tampoco pasó nada más de lo que te conté, pero a ambos nos hubiese gustado, eso se notaba a la legua. ¡A lo que voy! Se ha presentado en mi casa. No tengo mucho más que contarte. Bueno, sí: son las tres de la mañana y está durmiendo en mi cama, con mis sábanas rosas de franela (soy friolera, ya lo sabes).



17 de abril de 2003.

Después de lo de anoche, no sabía que esperar del día de hoy. Pues bueno, ha sido bastante típico: ha aprovechado cada momento que se le ha presentado para enrollarse conmigo. ¡CÓMO SI TUVIÉSEMOS QUINCE AÑOS! Cuando todo el mundo se ha ido a comer, lo hemos hecho encima dela fotocopiadora. ¡YA BASTA DE TÓPICOS POR FAVOR! (En realidad me gustan, pero guárdame el secreto)

El último día de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora