La carta

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"Hola mi alma, me duele mucho no haber podido despedirme en condiciones de ti, me pasé el viaje de vuelta sollozando por saber que hasta dentro de un año no volveré a verte más. Cuando llegué a mi casa de Madrid no paré de llorar sabiendo que tardaremos mucho en volver a vernos ya que tu vives en Barcelona y yo en el centro de la península, echaré de menos tu voz, tu olor, tus caricias y tus miradas que me dejaban la piel como un tomate. Se que volveremos a vernos por los parajes por los que nos perdíamos y solo nos quedaba la intimidad de nuestros abrazos y caricias."

Un beso muy grande, Minerva.

Leer eso me dejó destrozado, como si una apisonadora de sentimientos y malos pensamientos me aplastasen como si fuese un simple chicle en la carretera. Echaré de menos todo de ella, nada volverá a ser lo mismo sabiendo que ya no podremos vernos la última semana de Agosto.

Eran las nueve de la mañana, después de tomarme el zumo de naranja que mi madre me había dejado encima de la mesa subi a mi cuarto, cogí el móvil y busqué en él la lista de reproducción con las canciones que más me animaban. Extrañamente ninguna me hacía sentir mejor porque ella era lo único que me faltaba ya que sabía que no volvería a verla en un largo tiempo, si, es cierto que tenía su número de Teléfono y su nombre de Skype pero si no podía estar con ella no era nada útil un simple número o un nombre. Cientos de kilómetros nos separaban a un simple abrazo o unas historias con las que pasar la noche, ella para mí era la droga mas dura que había probado y además con lo que soy yo, nunca imaginaría que tendría a tan belleza de la que poder disfrutar cada día.

Muchas preguntas me invadían la cabeza como: ¿Cúando volvería a verla? , ¿Cuánto tardará en olvidarse de mi?. Ninguna era sana para mis sentimientos, todo era oscuridad en ese momento aunque el tiempo del día contrariaba lo que había en mi cabeza. Cuando me tranquilicé cogí mi ropa y me fui a dar una vuelta al campo, era mi último día en el pueblo y necesitaba tomar una última imagen de los lugares por los que habíamos estado, al lado del lago pude ver aquel árbol que tantos secretos de nosotros tenía guardados y que nunca se lo diría a nadie.

Al volver a mi casa después de esos sitios mágicos, mis padres ya estaban guardando las cosas en el coche, cogí mi mochila que había dejado arriba y me monté en el coche, el viaje iba a ser largo y cansado, cogí mi música y me quedé dormido pensando en ella.

Llegamos a mi casa de Barcelona, era tarde, estaba cansado y muy triste, no tenía ganas de nada, subí las escaleas principales del portal hasta que ví la carta de admisión de la Universidad Autónoma de Madrid. Sabía que todo iba a cambiar desde que leí esas palabras.

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⏰ Última actualización: Mar 23, 2016 ⏰

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