Wherever You Are - Como cualquier ser humano - Parte 2

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EPÍLOGO

¡OK!, ¡el día aun no iniciaba del todo y ya estaba comenzando a enojarse!. Volvió a revisar debajo de su cama por cuarta vez, recibiendo la misma visión anterior en la que lo único que podía encontrar ahí era más ropa perdida y trabajos escolares. Necesitaba encontrar ese documento con urgencia, de lo contrario sus amigos lo matarían.

Se enderezó sobre su lugar, aun hincado en el suelo con la mirada paseando por su cuarto, y bufó. Era un desastre. Su ropa estaba regada por el lugar, sus corbatas sobre la silla del escritorio, calcetines por debajo de la cama, sus camisetas y camisas de botones apenas colgaban bien de los ganchos en su armario y lo demás estaba dentro de la cesta de ropa sucia. Su escritorio estaba repleto de papeles, cuadernos, libros escolares, guías de estudio, imágenes impresas, entre más cosas relacionadas con el instituto. La presentación que iban a hacer él y sus amigos para la materia de "Biología Grado III" estaba perfectamente guardada en la memoria portátil en su mochila junto a su laptop y su investigación individual, así que por ello no debía de preocuparse. Pero lo que buscaba era un documento importante, el documento que debía presentar ese día a la dirección escolar, la cual no daba prorroga en caso de que no se llevara lo solicitado.

Miró su guitarra delante de él y sonrió. Al menos en la tarde pasaría un gran momento de relajación tocando las nuevas canciones que compuso.

-No hay manera -se dijo mientras se ponía de pie y caminaba al espejo de cuerpo completo junto a su puerta-. Tendré que esperar hasta la siguiente promoción-

Miró su uniforme un poco fuera de su lugar. Se acomodó la camisa dejando el primer botón desabotonado por comodidad, fajando el borde de la prenda dentro del pantalón de vestir color negro y asegurando bien su cinturón. No pensaba llevar el chaleco reglamentario, hacia demasiado calor, pero lo cargaría en la mochila por cualquier cosa.

Dio media vuelta y tomó su mochila de la cama, colgándosela del hombro derecho y con la mano izquierda tomando su celular.

-No me gusta tener mi cuarto desordenado -murmuró con algo de fastidió-. Más le vale a la maestra ponernos buena calificación, hemos hecho mucho trabajo y destrozado mi cuarto por lograr una buena presentación-

Se giró a la puerta de su habitación y se detuvo a un lado de su escritorio mientras abría la puerta.

-No me puedo ir sin esto-

Tomó su cámara digital de la mesa y se la guardó en el bolsillo del pantalón. De pequeño esa cámara era enorme, ahora tan sólo era una pequeña cosita dentro de la palma de su mano. Pero cuantos recuerdos había guardado con ella, lo sorprendente era que siguiera funcionando en optimas condiciones y sacando fotografías espectaculares.

Sonrió y salió del cuarto, cerrando el cuarto con seguro. Debía cuidarse de los pequeños diablillos que por ahí circulaban buscando qué sacar de su cuarto.

Bajó las escaleras con velocidad y pasó el largo pasillo que daba a una oficina personal y a una sala de ensayo perteneciente a su padre. Siguió unos pasos más y giró a la izquierda, observando el siguiente pasillo más corto y entrando a la habitación del fondo.

El olor del desayuno llegó a su nariz mientras cruzaba la entrada de la cocina y ahí observó a su mamá, cocinando tan arduamente el desayuno familiar.

-Hola mamá, buenos días -saludó mientras dejaba su mochila en la silla alta de la barra gruesa en medio de la cocina.

-Hola Taro -

Misora se giró y observó con una sonrisa a su hijo.

Takayama, ahora de dieciséis años, había cambiado bastante en los últimos años. Aun recordaba al pequeño chico de cabeza redonda, piel nívea con mejillas rosadas, ojos redondos y pequeños de color ámbar y un cabello negro incontrolable, que era su pequeño hijo. En la actualidad ya era todo un joven en camino a la adultez. El cabello se lo había dejado un poco más largo y ahora estaba más en punta, llegaba apenas a la mitad del cuello pero era bastante en comparación a como lo tenía antes. Sus ojos redondos y risueños se habían ido dando paso a unos un poco rasgados, más delgados y maduros. El color ámbar permanecía, sólo que ahora eran de un tono más brillante. Su piel nivea seguía tal cual, pero las mejillas rosadas se habían extinguido junto con el rostro redondo, dando paso a un rostro más fino y triangular, con unos pómulos un poco marcados y unos labios más finos y largos.

♥ One Ok Rock - One Ok Heart ♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora