Medellín, Marzo 2016
Soy Elizabeth, tengo 19 años y voy al psicólogo hace aproximadamente unos cinco meses, por esos problemas "típicos" de la adolescencia.
Aquella mañana tenía cita con el psicólogo, me levanté temprano y me organicé, me puse a revisar WhatsApp y se me hizo tarde, recogí mis cosas y salí a coger el bus, no sabía qué hora era y creí que no llegaría a tiempo, llegué, hice la fila para confirmar la cita y cuando llegué la secretaria solo me dijo -Psicología consultorio 18-.
Di las gracias y con miedo de que ya me hubieran llamado fui a mirar el consultorio donde me atendieron la ultima vez aunque me hubiera tocado en otro.
En el pasillo los consultorios solo llegaban hasta el número 17, así que busque rápidamente donde estaba el que me correspondía, al cabo de un minuto lo había encontrado, ya solo faltaba que me llamaran y fue ahí cuando escuché mi nombre y suspire aliviada. Fue raro porque fue una mujer quien lo hizo y mi psicólogo es hombre, pero quizás haya sido una recepcionista o algo así.Caminé hacia la puerta, gire el picaporte y espere ver a mi psicólogo pero no, allí sentada había una interesante mujer de cabello negro, piel blanca y una sonrisa cálida aunque misteriosa, me saludó, la saludé y así dio inicio la sesión.
Como algo normal preguntó sobre mi vida (qué hacía, dónde estudié, dónde vivía) y a medida que avanzaba la conversación ella indagaba de forma contundente.
Mientras le hablaba ella me miraba a los ojos y solo los quitaba para escribir en su cuaderno.
Hubo un momento donde se subió las mangas de su chaqueta y vi un tattoo de las fases de la luna en color naranja en su antebrazo derecho realmente lindas y directamente llamaron mi atención, ella lo notó y dijo -Es que tengo mucho calor y porque tú eres "parchada", si fueras una señora hasta me regañas- y sonrió.
Es de esas personas que te tranquilizan con solo sonreír.Ella hacía que le hablara de temas más profundos y eso hacía que sintiera ganas de llorar pero podía retener mis lágrimas y evitar mi voz entrecortada.
La cita duró un poco más de 20 minutos y fue justo al final, después de dar vueltas y vueltas en mi terquedad que ella supo entrar y atacar directamente mi situación pero fui yo quien lo dedujo. El hecho de que haya sido yo causó algo en mi cuerpo como si algo se quebrase y fue tan fuerte que una lágrima escapó de mis ojos y sin poderla atajar rodó por mi mejilla, sentí como chocaba frente a un muro ilógico que yo misma había construido y que yo misma derrumbé.
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Enamorada de mi psicóloga.
RomanceElizabeth asiste al psicólogo hace ya unos meses, un día se da cuenta que una psicóloga es quién estará en su proceso y termina enamorándose de ella. Aunque trata de no profundizar sus sentimientos, un día le confiesa lo que siente y lógicamente la...