LOS RUMORES y LAS MOSCAS

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El procurador de Judea azotó el aire a su alrededor con el mata moscas —crines de caballo sujetas a un mango de marfil incrustado de oro—, pero fue en vano. Aquellas ínfimas criaturas tenían la tenacidad del odio que se disfraza de ligereza. Eran como el rumor que tanto le había perjudicado, inasible pero venenoso. Quince o veinte de aquellos insectos salidos de las Gemonias zumbaban en la estancia; uno de ellos se posó en la espalda desnuda y atezada del dignatario, que la expulsó de un papirotazo; otra se posó en sumejilla, con la evidente intención de llegar al ojo, y trató de matarla de una palmada, pero fue en vano.—¡Cierra la ventana! —gritó el procurador Poncio Pilatos—.

Un pergamino enrollado cayó al suelo. El cretense se apresuró a recogerlo para devolverlo a su lugar. La criatura había sido, en efecto, aplastada, pero había dejado en el rollo una mancilla sanguinolenta, un rastro de excrementos. Con el rostro preñado de asco, Poncio Pilatos limpió delicadamente aquel horror con una de las esponjas que mojaba, de vez en cuando, en un bol de agua para refrescarse.—Excelencia, la madera de alcanfor...—¡Maldita madera de alcanfor! —aulló el procurador—. ¡Asfixia a los humanos antes que a las moscas! Era el mes de junio. Desde hacía cincuenta días, los húmedos calores de Oriente ocupaban Palestina junto con las moscas, las cucarachas, los mosquitos, los escorpiones, las escolopendras, las chinches, las misteriosas fiebres, las erupciones cutáneas y la cagalera militar.

El procurador aplastó otra moscacontra la mesa y, de un papirotazo, la mandó rodando por el enlosado suelo.Luego se apoyó en su respaldo. De todos modos, un representante del Imperiotenía otras cosas que hacer en una provincia senatorial, aparte de matar moscas. Se secó la frente y dijo con voz ronca:—Bueno, la madera de alcanfor. El cretense corrió hacia la puerta, azuzó a unos esclavos y soltó en griego una catarata de órdenes e insultos llenos de amenazas, y luego se alejó por los corredores de la procuraduría, cuya sede era el antiguo palacio hasmoneo.Por la ventana abierta, Poncio Pilatos distinguía, más allá del patiointerior, el edificio del Sanedrín. ¿Cómo resolvían los judíos el problema de las moscas? Cierto era que la mayoría de ellos llevaban puesta mucha ropa, aunque fuera en la peor de las canículas, y eran tan peludos que las moscas debían de encontrar poco más que la punta de sus narices para importunarlos. Era el año 33, como pasaría a denominarse más tarde. El procurador tomó el rollo que había ensuciado la mosca. El documento había sido entregado dos días antes por el correo ordinario del trirreme militar, con una periodicidad más o menos bimensual. Desenrolló el papiro amarillento, visiblemente reciclado por el secretario del Senado, pues las huellas del textoprecedente, previamente rascado con piedra pómez, se transparentaban bajo el nuevo texto. Releyó el pasaje que le había exasperado:

... Informes llegados de nuestra provincia de Judea hablan de rumores que han contrariado a varios miembros eminentes de nuestra asamblea. Según estos rumores, un tal Ieshua, crucificado en abril con otros agitadores zelotes, habría salido de la tumba tres días después de haber sido inhumado. Sabemos que semejantes fábulas encuentran terreno fértil en la plebe de las provincias de Oriente, pero habiendo sido traídos a Roma por unos viajeros, encuentran también terreno fértil entre la plebe de la metrópoli. Nos parecen tanto más deplorables...

El secretario había regresado a paso rápido, jadeando considerablemente. Por el rabillo del ojo, Pilatos observó cómo vaciaba una bolsa de tela llena de virutas de alcanfor en las brasas de dos trébedes del despacho del procurador. Un humo azulado comenzó a enrollar sus volutas en el aire. Pilatos conocía el precio de la bolsa: un denario. ¡Un denario! ¡Un denario de plata convertido en humo para espantar moscas! Prosiguió su lectura:

... Nos parecen tanto más deplorables cuanto que son acompañados por una interpretación ridícula. En efecto, la pretendida resurrección [Pilatos dio un respingo ante la insólita palabra resurrectio ] del malandrín crucificado demostraría su naturaleza divina. Esos rumores han llegado a oídos del emperador, que se preocupa por la agitación ya advertida por nuestros espías, no solo extramuros sino incluso en Ostia y en los barrios comerciales a lo largo del Tíber, donde abundan los judíos...

MARIA MAGDALENA : El Complot de la Muerte de JesusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora