1 ‹ Sin lógica ›

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En ocasiones no entiendo que pasa, no sé si las cosas son como yo las veo o es que simplemente mi mente es quien suele confundirse.

He llegado a pensar que es un acto masoquista querer a alguien que te hace sentir como una nulidad. Pero ¿Quién sabe? El manejo de mis pensamientos es mucho más complejo de lo que parece. Y es mucho más complicado, entender lo que pasa por su cabeza. Es lindo cuando se lo propone, pero jamás lo es cuando sabe que estoy cerca, mucho menos conmigo.
Es como si ocultara quien es en realidad. Y eso se convirtió en una rutina para mí. Solo lo hace cuando estoy cerca, lo he notado. 

No comprendo las cosas.

Melissa, una compañera de clase muy cercana a mí, cree que estoy loca debido a todo esto. Aunque, yo también lo creo. No tiene lógica alguna que ese idiota me siga atrayendo.

Mark.

Mi mente ha llegado a jugarme tan mal que pensé que le gustaba en diversas oportunidades.
Pero tampoco me ha quedado claro aún el hecho de haberme invitado al baile de bienvenida, se supone que no me tolera ¿Por qué tenerme a su lado toda una noche? Nunca debí aceptar.

      —Deja de observarlo, se que te atrae, pero lo notará y no quieres que haga eso —dice Melissa sentada frente a mí.

Sus palabras me devuelven a la realidad, mi imaginación llegó muy lejos.— Sí, es cierto —digo en un tono bajo seguido de darle un sorbo a mi bebida.

      —Eh... Y... Deja de babear Alice.

"¡¿Qué?!"

Tanteo la comisura de mis labios,  noto la risa creciendo en su rostro.

      —Estoy de broma —dice aún riendo.

      —Ya veo —menciono con semblante impasible.

      —Lo lamento, es que estás muy distraída, tanto que omites muchas cosas, no me extrañaría que en verdad lo hicieras.

      —Tu intento de broma no me hace gracia —hablo, jugando con la pajilla de mi vaso.

      —Pero...si tanto te gusta, ¿por qué no se lo dices? —pregunta observándolo por encima de mi hombro.

      —¿Estás loca? Terminará causándome agorafobia y no saldré de mi casa hasta la graduación.

      —No exageres, no puede ser tan cruel

      —La maldad puede ser engañosa cuando no la conoces

      —Entonces ¿Por qué te gusta?  —cuestiona.

      —No lo sé —resoplo apoyándome en el asiento.

El espacio entre nosotras se volvió silencioso— Tal vez se comporta así porque le gustas — soltó derepente elevando los hombros.

      —Eso no tiene sentido.

      —Si tiene, quizá necesita llamar tu atención y lo hace de esa forma.

Aunque pienso que no, extrañamente puede que sea así.

¡Admitelo, Te Gusto! |Sin editar|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora