Capítulo 2

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Continuaré este capítulo de mi vida hablando de mi último amor.

Bueno, antes de que ella apareciese, traté de olvidar a Carlota de un millón de formas. Estuve con tres chicas más después de ella. Las besaba, las acariciaba, y, a una de ellas la convertí en mujer a mi lado. Pero nada daba resultado, al mirarlas sólo veía esa sonrisa... El color miel hipnótico de aquellos ojos...

Hasta que un día, cuando menos me lo esperaba, cuando decidí cerrarme a todo, por culpa de esa espina que aún me comía por dentro, de esas palabras, de aquel: "Es mejor que no seamos amigos"... La encontré. Vino a mí como un pajarillo herido. Buscando consuelo en un desconocido.

De camino a uno de mis ensayos, con la guitarra a cuestas, me topé con Gonzalo. Uno de los amigos de Carlota.

-Tío, ¿qué pasa contigo? Estás desaparecido -sonrió levantando el puño para que chocara.

De manera alegre, choqué los nudillos y bajé un poco la cabeza, inconscientemente.

-Pues nada, que últimamente estoy un poco hasta arriba. Ensayos, la universidad, buscar curro, conciertos... Ya sabes, lo normal -le comenté dejando la guitarra en el suelo, apoyándola en mi pierna izquierda-, ¿y tú qué haces aquí?

-Esperando a mi chica -se rió.

Sonreí con tristeza. Qué bien sonaba eso, coño. "Su chica". Seguramente estarían enamorados. Y les iría de puta madre, como nos podría haber ido a Carlota y a mí, si no fuera tan testaruda, si aceptara que conmigo está mejor que con el borrico de su novio.

-Así que tienes chica -le miré cómplice, dándole un codazo suave en el brazo.

Sonrió, avergonzado, y miró al suelo.

-Sí... Es preciosa tío. Te lo juro, lo más bonito que he visto en mi vida. Es tan alegre, tan activa. Y unos ojos, unos ojos verdes que me vuelven loco, que brillan de una forma que ni te imaginas. Es lista; muy tímida, eso sí.

Iba asintiendo a todo lo que me decía. Sería preciosa, pero nada podía compararse a Car. Nada, ni nadie.

Mirando por encima del hombro de Gonzalo vi aparecer a una chica. Tal vez de un metro sesenta. De pelo largo y oscuro; piel muy clara, translúcida, diría yo. Mantenía la cabeza gacha y juraría que llevaba cascos.

De pronto levantó la cara y nos miró. Mi corazón dio un vuelco. Los ojos verdes lucían a pesar de la distancia que había entre nosotros todavía.

Poco a poco se acercaba más. "¿Viene para acá?" Pensé. "¿Es ésa es la novia de Gonzalo?" No entendía muy bien porqué, pero estaba empezando a ponerme muy nervioso. Me revolví intranquilo en mi sitio.

-Oye tío ¿estás bien? Es que hace un rato que has dejado de escucharme -rió muy a su pesar. Y siguiendo mi mirada se giró, en busca de un posible fantasma que me hubiera paralizado. Al darse media vuelta sólo encontró a una chica bajita, morena.

-Pequeña -le dijo cuando ella estuvo lo suficientemente cerca para oírnos.

Se quitó los cascos y sonrió mirando al suelo. Luego lentamente fue levantando la cabeza. Ya estaba aquí, a menos de un metro. Se puso de puntillas y rozó los labios de Gonzalo de forma suave, se separó unos milímetros y susurró: "Hola" muy tímidamente.

-Avril, Sergio. Sergio, Avril -nos presentó mientras gesticulaba con las manos.

Ella se acercó un poco, volvió a ponerse de puntillas y me dio dos besos. Se colocó al lado de Gonza y le dio la mano, mirándole dese abajo como si lo idolatrara.

"Dios mío... qué me pasa... Qué le pasa a este pobre corazón..." Me decía una y otra vez. No podía apartar la vista de esa chica.

-Bueno yo... Yo llego tarde. Ya hablaremos Gonzalo. Encantado -le dije a ella sin apartar la vista.

El culpable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora