...
Notaba el traqueteo del coche en cada bache. Me subía la sangre; el corazón me latía fuerte, tenía los músculos en tensión y la respiración a mil.
De pronto caí en la cuenta. Chuky. "Los punk's". Me debían una. Paré en seco en mitad de la carretera y saqué el móvil. Tras dos toques, Dani cogió el teléfono.
-¿Sergio? -me contestó, con la voz desgastada.
-Dani tengo que pedirte un favor.
-Claro tío, lo que digas. Recuerda lo que te dije tras el problema con el "White Power". ¿Lo que pasó con Chuso? Pues el capullo que lo tocó ya no tiene pulgares -me contestó carcajeándose.
-Entonces esto te va a encantar -sonreí en mi coche-. ¿Te va patear Nazis no? Tengo a uno al que le quiero hacer un cambio de 'look'.
Silencio tras la otra línea.
-¿Ha pasado algo? -me dijo, ahora serio.
-¿Leíste en el periódico la noticia sobre Avril Helía?
-Sí, algo me suena. Es lo de la chica a la que asesinaron, la embarazada, ¿no? Qué hijos de puta... cobardes. ¿La conocías o algo?
-Eran mi novia y mi hija.
-¿Dónde y cuándo? .
-Son más de uno. Tal vez cinco. Necesito la ayuda de todos.
-O sea, que llamo a éstos... ¿Te vale con Isaac, Chuso, Álvaro y Guillén?
-¿Vendrás tú?
Se rió.
-Soy el jefe tío, estaré en primera fila. Dame cinco minutos, me has pillado en el gimnasio; y así llamo a éstos.
-Sabes... ¿Sabes dónde está esa nueva cervecería irlandesa, ésa de la calle en la que vivía Alejandra?
-Claro. Me paso ahí la mitad de las tardes. Y gran parte de las noches. ¿A qué hora?
-En cuanto podáis.
-¿Me llevo las botas?
-¿Lo preguntas en serio?
-Nos vemos en cuarenta y cinco minutos, que ya habré reunido a todos.
Colgué y volví a arrancar la vieja cacharra que me regaló mi padre.
"Bien, ya tengo refuerzos. De ésta no te escapas."
Tras media hora llegué a la casa de Gonzalo. Las luces estaban dadas. Tenía que esperar.
Estaba de suerte, a los cinco minutos lo vi salir; se dirigía al bar de siempre a reunirse con sus amiguitos.
Me sonó el móvil. Era Dani.
-Dime.
-Ya estamos todos en el irlandés. ¿Quieres puños o cadenas?
-Sorprendedme.
-Cojonudo, podré usar mi nuevo puño americano. Nos vemos -colgó
Encendí el motor y puse la radio, necesitaba marcha, necesitaba esta acción. De nuevo a los viejos tiempos. Otra vez vería a todos. A mis antiguos amigos.
Es cierto, de éstos apenas había hablado.
En esos años que estuve sin ver a Car, y prácticamente a nadie, conocí a un grupo... a un grupo punk. Eran demasiado bestias como para estar mucho tiempo en su compañía. Pero una quedada cada cierto tiempo, no venía mal. Sobre todo si iba a ser para destrozar a alguien.
En el coche resonaba "The beautiful people" MM.
"Cuánta razón... Qué de gente despreciable hay por el mundo"
Diez minutos más tarde estaba aparcando en frente de la puerta del irlandés. Notaba el tronar de mi corazón, llevando todavía el ritmo del bajo. Con ansias bajé del coche y cerré de un portazo.
Oía a varias personas hablando. Mejor dicho, gritando, carcajeándose. Cada vez las risas estaban más cerca.
Hasta que los reconocí. Ahí estaba Dani: El primero de todos.
Los pantalones a cuadros rojos y negros evidenciaban que era él; sobre una camiseta granate en la que ponía NSA colgaba una chupa de cuero con un bordado de dos martillos cruzados, debajo de éstos: "Orgullo Obrero". Tenía una cicatriz en la mejilla, justo debajo de los ojos azules. La perilla larga hacía juego con la perfecta cresta baja, castaña. Era alto, y de espaldas y brazos grandes... horas y horas de gimnasio.
Charlando con él, iba Isaac, algo más delgado y menudo. Sin embargo, mucho más moreno y de ojos oscuros. La cresta de éste, era, al contrario que la de Chuky, mucho más alta, teñida entera de rojo, con los laterales de la cabeza rapados. Isaac llevaba unos pantalones negros pitillo, con las botas militares bien ajustadas, y una camiseta sin mangas con las letras: "Sex Pistols" en grande.
Detrás los seguían Chuso y Álvaro. El primero era altísimo, tal vez llegaba a los dos metros diez; eso sí, tremendamente delgado. Lucía sus típicos pantalones militares urbanos, con numerosas cadenas colgando. En la chupa de éste se veía un cráneo con cresta, debajo de la misma: "The exploited"
Álvaro, el más joven, destacaba por su peinado. La cresta, la más alta de todas, era negra, a excepción del principio y el final de la misma, teñida de un color verde lima. En el lateral de la cabeza, rapado por supuesto, tenía tatuada la frase: "Non Serviam". A Álvaro se le conocía comúnmente por Luzbell, más que nada por el tatuaje. El nombre "Lucifer" no llegó a usarse como tal hasta que Dios decidió exiliar a su mejor ángel, Luzbell, del cielo. "Non Serviam" fue la frase que avivó la ira de Dios, bueno, realmente su ira era provocada más que por la frase, por el ángel que la dijo.
Al final del todo, con un cigarrillo en la boca y mirada hostil, iba Guillén. La oreja estaba completamente anillada, al igual que estaba anillado el lateral izquierdo del labio inferior. Llevaba unos vaqueros rotos y descoloridos, con un cinturón que realmente iba de adorno.
Siguiendo hacia arriba me fijé en que lleva su usual camiseta del Che, ya muy usada. Guillén estaba rapado al completo.
Se pararon en seco. Me habían visto.
Durante unos segundos dudaron, no me reconocían.
-¿Sergio? -dijo al aire Álvaro.
-¿Lo dudas? -contesté.
A continuación todos ellos sonrieron y vinieron a abrazarme y a contarme, como de costumbre, algo entre todos.
-No os entiendo tíos -me reí.
-Que volvemos a la acción macho, que de nuevo broncas y peleas, y, y.. -contestó emocionado Isaac.
-Y que no sé qué cojones hacemos aún aquí -dijo Guillén muy serio.
-Tú como siempre ¿eh? Impaciente.
Dani fue el último en abrazarme. Levantó la mano y me enseñó su nuevo puño americano.
-Esta noche va a ser fantástica.
Nos encaminamos hacia el bar. Abrimos de un tirón y no hubo un alma que no mirase en nuestra dirección. Algunos curiosos, la mayoría muertos de miedo. Se olía la rabia.
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El culpable.
Short StoryJodido. Ése ha sido mi estado de ánimo casi desde que tenía ocho años. Tener ganas de desaparecer entre la multitud de gente, de querer camuflarme para que nadie notase mi presencia. Y seguí así tal vez hasta los doce, trece años. Sí, más o menos c...