Helados

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Kristian
Contestó! Contestó! Quería gritar de alegría y me sentía aliviado de que no ignorara mi llamada.
- ¿Hola?- dijo- Hola!- grité-¿ Qué es lo que quieres?- me preguntó y me sentí devastado, no quería hablarme- Disculpa, no quería molestarte- le dije- No importa- su voz sonaba más amable, me dio nuevas esperanzas-¿Qué necesitas?- definitivamente estaba siendo más amable. La había llamado para escuchar su voz, pero eso sonaría muy raro por teléfono.
- Solo quería saber si podíamos vernos otra vez.-dije y me sentí muy nervioso, ¿y si decía que no? Cerré los ojos con fuerza-Claro,¿cuándo?- abrí los ojos de golpe y no lo creía- ¿Te parece este viernes?- le pregunté- Si- y me di cuenta de que la conversación se había acabado- esta bien te recojo a las 8- intenté salvar la conversación para volver a escuchar su voz, pero lo único que hizo fue colgar. Y entonces no sé de dónde se me ocurrió ir a un paseo por el jardín botánico, nunca había ido, nunca se me había ocurrido, hasta ahora.

Subí a mi auto y me dirigí hacia allí. Cuando llegué vi un puesto de helados en la entrada y me di cuenta que el hombre no tenía dinero, ni propiedades, ni juventud eterna, pero aún así tenía una sonrisa amable, yo, que tenía todo eso me la pasaba todo el día aburrido y no era feliz, llegó un niño al puesto y cuando el señor le dijo el precio el niño se puso triste, así que, sin pensármelo dos veces fui ahí y le di un cheque al heladero, le di 100 dólares.
- Hoy habrá helados gratis- le dije y cuando iba a entrar al jardín, vi al niño sentado en una banca, me acerqué.
- Escuché que hay helados gratis- De inmediato el niño levantó la mirada y se le iluminaron los ojos, corrió con el heladero y cuando le dio el helado él lo miró como le hubiese dado oro puro. Me di la vuelta y entré al jardín, por primera vez en mucho tiempo sentí que mi vida tenía sentido y deseé que así fuera siempre. Me recosté en el pasto y dormí. Cuando desperté eran las 5 de la tarde ¿tanto había dormido? Me incorporé y salí, el heladero estaba recogiendo sus cosas.
- Hoy regalé 50 helados-me dijo y me sorprendí.
- Gracias- le dije. Me metí en mi auto y conduje a casa, todo había cambiado, los colores de veían más brillantes que nunca. Por fin llegué a casa y sonó mi teléfono.

Las aventuras de un joven vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora