[Final algo corto, pero el epílogo será largo.]
Han pasado un par de días en donde ninguno se ha comunicado tanto como antes. Entiendo que es por la semana en la que estamos, exámenes, y que dentro de muy pocos días volveremos a ser la misma pareja de antes.
Me levanto con bueno humor, y camino hacia la cocina donde mi madre me espera con una sonrisa. Mi madre, Cristina, para mi mí es mi mundo entero.. aunque ahora lo comparto con Miguel. Mamá siempre ha querido conocer a mi novio, pero soy tan cobarde que tengo miedo de su desaprobación, así que le digo que está ocupado o que vendrá dentro de unos días.
—Buenos días, Ruben.—dice con un tono de reproche.
Doy una risita, e ignoro su comentario. Me muerdo la lengua tratando de que el cubito salte los obstáculos y no choque con nada, pero vuelvo a escuchar a mi madre repetir la frase y levanto la vista del móvil.
—Mamá me hiciste perder en Geometry Dash.—me quejo algo molesto, y ella rueda los ojos.—Buenos días a tí también.
—No puedo creer que estés por cumplir los diecisiete y sigas pegado a ese juego.
—Sigo siendo un niño, mamá.—digo y agrego—Hoy no desayunaré, tomaré el bus y me compraré algo en el camino.
Subo a mi pieza, y camino hacia la ducha. Salgo vestido después de minutos, tomo mis cosas correspondientes y salgo de casa mientras me decido en enviarle un mensaje a Miguel o no. Me paro en una esquina, y comienzo a escribir.
'¿Qué tal to..'
No, muy normal.
'¿Cómo está mi persona fav..'
Muy cliché.
'Buenos días'
Envío aquel mensaje.
Me sube al bus, y elijo sentarme junto a un chico de cabello castaño y ojos de color negro; él me sonríe y en sí conversamos unos minutos, en los cuales me di cuenta que aquel chico iba en los primeros tres períodos que yo. Me recuesto en la ventana, y no dejo de mirar el móvil esperando la respuesta de Miguel. El autobús frena estacionándose en una de las entradas de la escuela, así que bajo y busco con la mirada a mi novio y al verlo camino hacia él.
Miguel lo ve de lejos, y toma a uno de sus amigos, lo jala hacia el salón más cerca, y desaparece de la vista del castaño.
Algo confundido dejo escapar un suspiro, y el timbre de la primera hora me conduce hacia la siguiente clase.
Camino por los pasillos buscando a mi novio, el cual he visto en el tercer período, pero luego lo perdí de vista. El timbre de la hora de almuerzo hace que cambie de dirección hacia la cafetería, y al entrar observo una mesa donde uno de mis amigos, Dan, se encontraba conversando con unos chicos. Con timidez me acerco hasta ellos.
—Hola, Dan.—saludo con una sonrisa, y el nombrado se la devuelve.
—Um, h-hola Ruben—sus amigos me observan, y después de segundos cada uno se va levanta y caminando hacia la fila de almuerzo.
—¿Sabes dónde está Miguel? No lo he visto desde la tercera clase, y estoy un poco preocupado—muerdo mi labio, y coloco mi maleta sobre la mesa.
—¿No te lo dijo?—preguntó, y por su tono de voz supe que estaba sorprendido ante mi pregunta.
—¿Decirme qué, Dan?—abro uno de los cierres de mi maleta, y saco la botella de agua que llevaba a todas partes.
Doy un sorbo, y espero la respuesta del castaño.
—Pensé que lo sabrías, después de todo eres su novio—cierro la botella, y dejo que prosiga—Su mamá vino a recogerlo hoy, antes de que el timbre de la hora de almuerzo tocara.
Levanto una ceja aguantando la risa. En verdad me estaba preocupando por algo así, por un momento pensé que se había escapado de la escuela.
—Diablos Dan, pensé que era algo mucho peor.—río, y él me observa esperando a que me callara—Hey, ¿pasa algo? ¿por qué me miras así?
Uno de sus amigos interrumpe nuestra conversación, y deja una bandeja en la mesa y Dan toma uno de los emparedados, y después de masticar un rato, me observa.
—Ruben..—da una respiración profunda, y ladeo mi cabeza indicándole que prosiga—Miguel se mudó.
Fin.
[Sé que Dan es el hermanastro de Miguel, y que debió mudarse con él, pero en el epílogo lo entenderán todo.]
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Deaf|| Rubelangel
FanfictionCuando en verdad caes enamorado, hasta el mínimo defecto de esa persona es borrado por tus ojos y corazón. Y eso es lo que le pasó a Ruben cuando conoció a Miguel. Y aunque ambos no podían comunicarse, encontraron una forma de hacerlo.