Seventy Five.

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Lo seguiré cómo antes.

Miguel abre la puerta con una manta en su mano, y al hacer pasar a Ruben cubre su espalda mojada con esta. Su madre los observa con ternura, y palmea el hombro de su esposo con gentileza, ambos padres miran a su hijo secando el cabello castaño del mayor.

—Hola, Ruben—la pelinegra aparece detrás de su hijo, y el nombrado se tensa al sentir la mirada del hombre con traje.

—H-Hola, Señora Rogel—murmura, y mira a Miguel el cual tiene su cabeza gacha y las mejillas rojas de vergüenza.

—Llámame Cassie—la mujer le da una cálida sonrisa.

—Un gusto, Cassie—extiende su mano tímido, y Miguel se queda allí parado observando la escena con un brillo en sus ojos.

La madre del pelinegro abraza al muchacho, y aunque su traje esté mojado no le importó.

—Bien, iré a cambiarme—murmura, y con las manos hace un gesto raro para el ojiverde, Miguel asiente y su madre camina hacia la sala donde su esposo le pregunta sobre el nombre del castaño.

Ruben se observa así mismo de pies a cabeza, y con cuidado exprime la parte inferior de su saco, y su novio da una risa.

—Ven, vamos a mi cuarto—toma la mano del castaño y lo arrastra hacia su pieza.

Su madre los observa con una sonrisa que contagió a su esposo, el cuál no se inmutó de su lugar para presentarse como todo buen progenitor, en realidad primero observaría al ojiverde y luego vería si es alguien valorable para su primogénito.

—Andrew, deja esa cara seria y ven ayúdame con la cena—la mujer recrimina al nombrado, el cual rueda los ojos y caminan hacia la cocina.

—Cassie, ¿crees que todo.. este amorío funcione?

—Andrew, es tu hijo por dios. Son novios oficiales, y es bueno saber que acepta a nuestro hijo tal y cómo es, tiene varios puntos a favor mío—toma uno de los guantes del estante, y se los coloca. Con cuidado abre el horno, y sonríe al ver el guisado en buenas condiciones.

—Lo sé, mujer. Pero, Miguel tiene el autoestima hasta los suelos, sabes cuánto le costó adecuarse a secundaria, sé que es mi deber como padre apoyarlo en todo pero este chico.. Ruben, siento que es más del millón ¿entiendes?—se recuesta sobre la mesa de mármol y cruza los brazos observando a su esposa buscar la espátula.

—No quiero discutir, pero dale una oportunidad al muchacho. Sí Miguel gusta de él, es por algo y no es de tu incumbencia—gira a ver a su esposo, y suspira—Ahora toma esto, y ayúdame a servir la comida. 



Ruben arregla su cabello con desesperación. No podía peinarlo fácilmente si no utilizaba gomina, pero Miguel no tiene, así que opta por un peine y trata de verse formal. Lleva una camisa negra con rojo a cuadros, y unos jeans del mismo color, unos mocasines negros y varias pulseras en las muñecas.

Sepilla y deja su cabello tal y como esta, se mira en el reflejo por última vez y sale del baño en donde un Miguel boca arriba tarareaba una canción aburrida.

Ruben salta y se coloca entre las piernas del pelinegro.

—¡Ah!—se sonroja ante aquel sonido que su boca desprendió—N-No me vuelvas a asustar.

Ruben da una risilla, y toma una de las mejillas de su novio. Después su nariz, y finalmente deja un casto beso en sus labios, Miguel no se opone al contrario lo toma del cuello y el beso se torna más brutal.

Las manos del ojinegro recorren la espalda de Ruben de arriba abajo, sintiendo cada centímetro de la tela de su propia camisa. Por el otro lado el ojiverde hace lo posible para contener la respiración y no dejar que el beso se termine con facilidad, toma una de las manos contrarias y una está con la suya.

—Te Amo—Ruben murmura sobre sus labios, y besa su frente.

Miguel lee las palabras que dijo y esconde su rostro en su cuello, con su nariz trata de hacerle cosquilla pero más gemidos salen de la boca del castaño, y Miguel no sabía que era lo que ocurría porque no escuchaba todos esos ruidos.

—P-Para, M-Miguel.. p-pa.. ¡Ah!—muerde su labio y toma la cabeza de su novio, observa sus ojos negros y besa sus labios con ferocidad.

Miguel cierra los ojos disfrutando los suaves labios contrarios, pero los abre al sentir como Ruben pega un salto y cae al suelo. Se siente de golpe en la cama, y así poder ayudarlo a levantarse pero se encuentra con la mirada acusadora de su progenitora y la sangre se acumula en sus mejillas en menos de un segundo.

La mujer camina hacia el pelinegro y mueve sus manos con rapidez, este baja la cabeza ante el reproche de su madre y asiente débilmente.

Ruben respira agitadamente, y observa la escena. Genial, ahora tiene una mala impresión para la mujer.

—Ruben—el nombrado levanta la cabeza automáticamente—Será mejor que vuelvas a casa, pospondremos la cena. Toma tu traje, y por favor vete.

El castaño mira a Miguel, el cual muerde su mejilla internamente y espera que al menos Ruben haga caso en lo que sea que su madre esté diciéndole.

—toma la bolsa de ropa, y mira a la mujer—Disculpe, en realidad no era mi intención que nos encuentre de esa forma..—rasca su nuca incómodo ante la mirada de la madre.

—Por favor, sabes donde está la puerta.

Y con eso, el castaño baja las escaleras y con la mirada del hombre en la sala camina hacia la puerta sintiéndose pequeño con cada paso.

—¿Por qué te vas tan temprano, hijo?—Andrew camina hacia él a pasos lentos, y Ruben quería desaparecer en ese mismo isntante.

—M-Mamá quiere que cuide a mi hermana, i-irá a una reunión de financias con papá y n-no quiere que Kimberly destruya la casa—toma la manija, y trata de voltearla pero una mano no deja que eso pase.

—Te llevaré a casa en el auto, y me contarás porqué casi tienes sexo con mi hijo—saca las llaves de su bolsillo y sale de casa.

Ruben se queda estático, sus pies pegados al suelo.

—Vamos, no tengo toda la noche.

Asiente con rapidez, y camina detrás del hombre.


Deaf|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora