Capitulo 8

1.1K 86 25
                                    

Capítulo 8:

Sus músculos tensos por estar enojada se relajaron, dejo de empuñar sus manos, y su mirada denotaba un semblante sin expresión alguna, sus labios formaban una perfecta línea y sus ojos mostraban cansancio. Garnet suspiro. No había nada que pudiera hacer, ¿que planeaba? ¿Acercarse a la pareja y preguntar que hacían? Sonaba ridículo si lo pensaba con más detenimiento. En primera, a ella no le debe importar lo que sus alumnos hacen y en segunda daría un mal ejemplo aparecer en un antro, es una maestra se dejaría al descubierto.
La música electrónica la saco de su pequeño trance, los jóvenes dieron comienzo a gritos, y brincos desde sus lugares. Su vista fue interrumpida por la muralla de jóvenes bailando, ya no vio más a Perla. Quiere hacer algo pero ¿qué?  Indecisa va a en dirección a la barra, una ves ahí el joven le dijo que su pedido ya lo habían llevado. A ella no le importaba. Pidió Tequila. El caliente líquido le quema la garganta provocando así que carraspera. Uno, dos, tres, cuatro... Ya había perdido la cuenta de cuanto tomo. Una ves satisfecha, aunque no del todo. Va con su único y fiel acompañante. Aveces se sentía escoria, Jaime siempre a estado ahí  y ella no le agradece. Su mente se nubla, pensaba en lo cruel que es con el chico. Recordaba la chillosa voz de su de madre. Sacudido su cabeza. Quiere olvidar todo, su pasado, Perla y ella besándose. Perla y Dewey. Ya basta, gritaba su mente. Tomo un largo trago de su cerveza, que había pedido no hace mucho. El amargo líquido era reconfortante en esos momentos.

— ¿Estás bien Garnet?— había preguntando más de dos veces aquel chico. Que observaba sorprendió a la morena.

— Perfectamente.— termina de beber su gran vaso de cerveza. Suelta algún que otro hipo.— Jaime ¿te he dicho lo muy sexy que te ves?— dijo con una sonrisa un poco pertubadora. Acercándose al chico moreno.— Ven bailemos.—

El chico no tuvo tiempo de responder o replicar. Garnet lo arrastro hasta la pista. Jamie un poco rígido sigué a su compañera que bailaba de una forma muy sensual. Tomaba al chico alto por los hombros y bailaba muy provocativamente. La razón por su estado era Perla. Esta ebria lo sabe. Esta bailado de esa forma para llamar la atención, Tal ves me vea bailar con Jaime y pueda sentir los que yo al verla con otro. Había pensado. No dejaba de bailar, había momentos en que tomaba la mano del moreno para que la tomara por sus caderas que se contonean de un lugar a otro. Había funcionado pues la mirada de todos lo hombres del lugar la observaban.

En otro lugar, Perla había Parado el beso. No le agradó. No, no era lo mismo que besarla a ella. No podía evitar comparar aquel beso con los de ella. El acto de valentía que hizo Dewey no fue más que dejarlo en ridículo. Perla estaba muy absorta de las intensiones del chico, pues cuando levantó la mirada, este le robó un beso. Los ojos se le abrieron como platos, sus labios no podían estar más sellados. El beso no tardó Dewey no es tonto, sabía que Perla no le correspondería, así que optó por hacer que nada paso. La ruidosa música surgió de nuevo. No cruzaron palabra, el lugar se puso tenso. Tenían que hacer algo. Perla pensó que sería el momento de hablar con el, decirle que se había precipitado en aceptar ser su novia. Tomo aire por los pulmones, abrió la boca para hablar pero Dewey la interrumpió.

— Iré a buscar alguna bebida. ¿Quieres que te traigo algo?— su sonrisa era nerviosa.

— Si, por favor.—

Dewey fue a la barra, pido sus bebidas el chico del otro lado del lugar, que asentó con la cabeza. Tomo asiento en la silla alta. Observaba al público bailar y brincar por todos lados acompañado de gritos, las luces de neón lastimaba la vista. Entrecerro los ojos no era muy difícil identificarla. Su afro revuelto de una manera sexy, es alta, sus escultural cuerpo, y sus inseparables gafas, todo ella era fácil de identificarla. Los ojos de Dewey se sorprendieron al verla bailar de esa manera. Era la profesora de lógica. No le importo su pedido, fue con Perla a decirle que a visto a una maestra en el antro, pero se la topa en el camino, está acompañada con la regordeta Amatista que por alguno milagro, no está ebria, a  juzgar de la cantidad de alcohol que ingirió debería estar gateando, pero esta aquí como si nada. 

¿Para el amor no hay edad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora