Capítulo 22

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La paz de la madrugada era reconfortante después haber pasado mala noche desde hace dos semanas. El café caliente humeante entre sus manos frías era calido como tranquilizador, ha estado esperando en la sala de espera del hospital hace unas horas.

Garnet pasea la mirada por el sitio, observando la vida ajetreada de los doctores y enfermeras, sorbe del café caliente sintiendo como el líquido amargo recorre su garganta hasta llegar al estómago. Una vez que observo su reloj en la muñeca, nota que ya era las ocho de la mañana la hora de su visita.

Al entrar al cuarto de su novio, no puede evitar sentirse culpable, ella lo había citado aquella cafetería, y ¿para qué? Solo para romperle el corazón en miles de pedazos. Fue peor de lo que pensó, nunca le pasó por su cabeza que tendría una horrible tragedia. Con solo verlo ahí, postrado con las costillas quebradas y un fuerte golpe como ematomas, le dolía. Aún podía recordar los gritos de angustia y preocupación de la madre de Jaime, los sollozos de su familia fue como un patada en el hígado. Todo lo ocurrido la lleva a pensar que es una advertencia, que no debe dejar al aquél hombre que la a cuidado y apoyado desde que lo conoció, era muy egoísta de su parte.

Jaime despierta, puede ver como Garnet le observa pero eso no es así, tiene la mirada perdida en el infinito, como pensado. Mueve con dificultad su mano, llamando la atención de cierta chica morena hermosa enfrente de el. Puede ver como la de afro da un pequeño respingo de asombro, con algo de rapidez se pone a un costado de la cama. Lleva puesto esa cara de preocupación, dándole un toque maternal.

—Buenos días, ¿como te sientes?— pregunto Garnet con un tono de preocupación y duda, tomándole de la mano.

—Estoy perfecto ahora que estás conmigo. — respondió con una sonrisa plasmada en su rostro.

La morena se había apegado más a él desde su accidente, Jaime puede decir que esta agradecido que le haya ocurrido. Garnet a estado con el cuidándolo, viendo que no le falte nada, que este cómodo y eso era de agradecer, pues su relación no estaba funcionando bien.

El aura de la habitación era tranquilo, las respiraciones se escuchaban al igual que los sonidos de la maquinaria al que está conectado el moreno.

Jaime esconde algo entre su mano y la sábana, Garnet lo a notado desde que se acercó pero no le ha tomado importancia. El moreno se limita a observar a  su bella novia, no sabe describir si es amor o algún tipo de nesecidad. El sabe perfectamente sobre los gusto de Garnet, sabe que puede perderla por tales motivos, pero eso no lo detendrá, sera mía, cueste lo que cueste. Sonríe, toma un mechón rebelde de la morena y lo pone tras de la oreja, sin dejar de sonreír dándole un toque tierno.

—Te he dicho lo hermosa que eres.— dijo con una mirada de brillo.

—Algunas veces, si.—

Jaime toma la delgada mano de Garnet. Para darle una cajita de cuero color negro entre sus manos. El corazón de la afroamericana latía a mil por minuto, sin abrir esa pequeña cajita, sabe lo que significa, sabe que esta entre la espada y la pared.

—Garnet O'nel, ¿me harías el gran honor de ser mi compañera de la vida, hasta que la muerte nos separe?—

¡No! ¡Por supuesto que no! ¿Pero como decirle? Está postrado con golpes y costillas rotas, cómo decirle que no puede aceptar tal propuesta, cómo decirle que no lo ama. No lo hará, es demasiado cruel lastimarlo, no puede rechazarlo, menos en estas condiciones, es Jaime, su amigo de la universidad, el cual la consolaba cada vez que se sentía confundida, caundo sus padres le decían tales mentiras de ir a infierno por amar a alguien de si mismo sexo. Es Jaime, su novio, su compañero... Pero no es el amor de su vida, no es Perla.

¿Para el amor no hay edad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora