Capitulo 11.

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Capítulo 11.

Los árboles pasaban rápidamente enfrente de los ojos de Perla, observaba la carretera sacar un humo desde el suelo provocado por el sol caliente. Se había fastidiado, ya ha viajado casi la mitad de un día, se a acalambrado su espalda, pies y el tracero principalmente.
Lapis voztesaba de aburrimiento, y las dos trols de atrás se encuentran metidas en sus celulares.

—¿Cuánto falta?— pregunto con fastidio en la voz la más pálida.

—Poco, ten paciencia.—

— ¡haag! ¡Tengo hambre mujer!—

—Jasper prepara algo al llegar, ¿sí? Dios!— contesto mal humorada.

Así fue, faltaba poco para llegar a la ciudad, había leído los letreros en la carretera, falta poco. Perla esperaba ver la ciudad llena de ruidos de autos, y gente por todos los rincones. Pero se sorprendió al ver que no llegaron a la ciudad si no que Lapis tomo un camino entre el bosque. Observaba como se adentraba más y más hasta llegar a no escuchar los autos.
Aún así no pregunto. Podía ver alado del camino podado para que pasara los autos la cristalina agua.
Cundo gira la cabeza una gran reja color negra obstaculizaba su paso. Lapis bajo, y habría con dificultad la reja.
Peridot y Amatista susurraban entre ellas, pero Perla podía escuchar su conversación claramente, estaban fascinadas por el lugar y felices de pasarla juntas esta vacaciones.
Perla baja la mirada. Ver a sus amigas actuando tan dulce le causaban sensaciones de molestia, pues le recuerda a Garnet, todo le recuerda a ella.

Lapis subió de nuevo al auto. Observa a su hermana cabizbaja. Ella pensando que es una de sus rabietas, pone los ojos en blanco.

—Ya llegamos, por lo menos intenta sonreír.—

El camino es largo pero no tanto como llegar hasta le reja de la entrada, a lo lejos se observan una gran casa, que para Perla, Peridot y Amatista era una mansión. Sus bocas estaban formando una perfecta O. Lapis sonríe divertida por aquella reacción.

Llegaron. La hermana mayor de Perla bajaba las maletas.
El auto de Jasper no estaba así que Lapis pensó que habrán salido.

—¡Lapis!— grita la chica delgada.—Te dejo una nota tu novia.—

— ¡Léela!— desde el auto ayudando a sus amigas.

—¡Dice! ¡Amor salí con mi hermana, no tardó estaremos antes de la cena. Te amo!— ríe burlonamente.— ¡Que cursi! Jaja—

Al entrar a la casa, lo primero que vieron fue la gran foto familiar en la sala. Era una mujer regordeta, muy alta al parecer, con un hombre a su lado que lo seguro es su esposo y en medio de ellos un preadolesente que es el hijo. 
Perla explicó a sus amigas que habían preguntado, que ella era Rose, su marido Greg y su único hijo Steven. Ellos viajaban constantemente por el trabajo de la señora. Lapis interrumpió la presentación para llamar la tencion de las tres.

— Bueno, vamos a mostrarles sus habitaciones.—

Entre empujones y risas, subieron las escaleras. La primera habitación era de Amatista y Peridot. Entraron para hospedarse.
El segundo era el más grande donde Lapis explicó que era para Jasper y ella, el tercero era para Perla.

Entro. Recorrió el lugar era lindo y cómodo. Al virarse para ver a su hermana noto una cuarta puerta enfrente de su habitación.
No pregunto solo sonrió a su hermana y agradeció.

—Acomódate, voy a bajar, ponte cómoda.—

Perla asentó. Cuando ya no escuchaba los pasos de su hermana se dio la vuelta para tomar su maleta, desempacaba. Pero sus ojos se desviaban hacia la puerta de enfrente era como si un iman le atrajera hacia aquel cuarto. Se paró en el marco de la puerta observado la puerta cerrada de en frente. Mordía sus uñas, quiere entrar ahí, su curiosidad no podía estar tranquila, miro hacia la escalera por si alguien apareciera, pero nada. Camino hacia adelante, una vez cerca tomo la hebilla jira y esta se habré.
Es una habitación del mismos tamaño que la de ella, camino hasta entrar sin cerrar la puerta. Observó una maleta arrinconada y una chamarra negra de cuero. Un ceja se sube en señal de intriga. Esa chamarra lo ha visto antes. La tomo entre sus dedos, el perfume se desprendió llenando sus fosas nasales de aquel delicioso y conocido aroma. La mente de Perla solo podía pensar en alguien, solo en ella, ese aroma es de ella, pero era imposible. Deja la prenda en su lugar. Toma su cabeza en señal de estar confundida. En la mesa hay un par de lentes negros, sus ojos desprendía sorpresa y confusión.
Camino rápido hacia la salida de la habitación pero choco contra algo o mejor dicho contra alguien. El golpe le hizo trastabillar pero fue sujeta por unos brazos delgados firmes y fuertes. Sus ojos se llenaron de sorpresa, aún si verla sabía que es ella. En un susurro sacó su nombre que tenía reprimido en su garganta.

¿Para el amor no hay edad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora