U N O

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Ji Yong había conducido hasta su hogar. Durante el camino no había podido mantener una conversación con Seung Hyun, por más que lo intentara. Sin gran problema habían conseguido entrar a la casa luego de estacionar el auto en el garaje. Silenciosamente lo había invitado a pasar mientras él mismo se deshacía de su chaqueta y la dejaba cuidadosamente sobre el respaldo del sofá.

Suspirando con cansancio, Seung Hyun alzó la mirada y se encontró con ese par de ojos color caramelo que le observaban atentamente.


—Prepararé algo de chocolate, ¿Quieres un poco? — inquirió el más joven, sonriendo levemente.

—Sí, sería estupendo. — devolvió la sonrisa. Apenas un par de segundos después vio al otro simplemente asentir.

—Bien. — sin decir nada más, Ji Yong anduvo hasta la espaciosa cocina, siendo seguido por el mayor quién enseguida se instaló sobre uno de los taburetes de la barra.


Seung Hyun miraba interesado cada uno de los movimientos del rubio. Eran movimientos gráciles, se movía en su propio espacio, con total comodidad, como si nadie más estuviese allí. Por minutos arriscaba la camisa de manga larga y acomodaba algunos mechones rebeldes que se empeñaban en pegarse a su pequeña frente.

Los minutos iban pasando, sin saber exactamente cuántos. Sin poder evitarlo, se puso de pie y anduvo hasta el menor, quien simplemente le sonrió al tenerlo al lado. Ante la atenta mirada del menor, se estiró y logró tomar dos tazas de color blanco del estante. Permitió que sirviera el chocolate caliente en ambas tazas.


—¿Malvaviscos? — Ji Yong se volvió hacia él, sonriéndole dulcemente mientras ladeaba ligeramente el rostro hacia un costado.

—Claro. — respondió, correspondiendo la sonrisa. ¿Cómo era que se sentía tan cómodo con Ji Yong? ¿En qué momento compartir momentos tan inocentes como ese, le parecían especiales? —¿Por qué mentiste? — preguntó repentinamente.

—¿Cómo dices? — le miró con el ceño levemente fruncido.

—Mentiste cuando regresábamos. Tú y yo no habíamos hablado. ¿Por qué lo hiciste?

—Sentí que debía hacerlo. — resolvió, sacudiendo los hombros.

—¿Sentiste? — el menor suspiró.

—No sé qué ocurre y no sé si quiero saberlo. — apartó la mirada— Sólo sé que te vi mal. No querías ir con Young Bae y sentí que debía intervenir.

—De cualquier manera, gracias. De verdad.


Disfrutaron de sus tazas de chocolate mientras conversaban animadamente en la cocina, ambos sentados sobre los taburetes de la barra. Sonreían mientras recordaban viejos tiempos. Y se avergonzaban cuando traían momentos penosos de su estadía en la escuela media.

Fue Ji Yong quién notó la hora en el pequeño reloj que tenía sobre el horno. Era bastante tarde y a la mañana siguiente tendrían que ir a trabajar. Acompañó al mayor hasta la alcoba de huéspedes para después regresar a la principal. Seung Hyun estaba desabotonando su camisa cuando escuchó que tocaban la puerta, sin pesarlo simplemente autorizó la entrada, teniendo segundos después al pequeño rubio mirándole atentamente.


—Lo siento. — se adentró en la alcoba— Te traje un par de mantas extra.— sonrió— Suele hacer mucho frío por las noches.

—Gracias.— tomó las sábanas blancas que el menor le extendía.

—Descansa. Yo tengo que guardar todo lo que saqué de mi guardarropa. Mi recamara es un desastre.

—¿Y por qué no duermes aquí?— el moreno habló tan rápido que incluso él tuvo dificultad para procesar lo que había dicho— ¿Por qué no?— miró al rubio, quien parecía sonrojarse segundo a segundo—Como cuando éramos niños. ¿Recuerdas que nos quedábamos a dormir juntos cuando éramos niños?

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