V E I N T I U N O

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Ji Yong se quedó completamente inmóvil al principio, con los ojos abiertos. Después, al sentir los temblorosos labios del mayor contra los suyos, no pudo hacer otra cosa más que inclinarse hacia su contacto y entregarse a él.

Seung Hyun lo atrajo hacia su cuerpo con facilidad, consiguiendo que se sentara hábilmente sobre sus muslos. Sus labios estaban tibios y se movían con cierta torpeza, pero nada de eso impedía que algo se formara en el centro de su pecho.

Ji Yong sintió cómo le acariciaba el rostro mientras él mismo se permitía rodear el cuello ajeno y posterior a eso, enredaba los dedos en los largos mechones de cabello color ébano.

Sus labios se movían al compás de una melodía insonora. Con forme los minutos pasaban, la torpeza estaba siendo olvidada, dando paso a una pasión en estado puro. Fue el mayor quién, sintiendo cierta incertidumbre, sacó su lengua e intentó ingresar en la boca ajena. Grata fue su sorpresa cuando el mayor no puso resistencia. Ambos músculos danzaban sensualmente mientras lo que parecía ser deseo, se abría paso en ambos.

Con manos temblorosas, el pelinegro bajó las manos y sostuvo las caderas del castaño, quién simplemente se dedicó a besarlo por algunos minutos más. Finalmente, cuando decidieron separarse a falta de aire, no hicieron más que mirarse a los ojos, con las mejillas enrojecidas y las respiraciones erráticas.

­­—Seung Hyun...—gimió sobre los labios ajenos, viendo cómo el aludido simplemente sonreía mientras le apartaba algunos mechones de cabello del rostro— Creo que me he dejado llevar. —bromeó, haciendo evidente que aún seguía sobre los muslos del mayor.

—Creo que ambos lo hemos hecho...— murmuró, viendo enseguida cómo el castaño comenzaba a apartarse— ¿Estas molesto? — tanteó.

—¿Te parece que lo estoy? —sonrió. Estando completamente de pie, se inclinó nuevamente, solo para dejar un gentil beso en la frente del mayor— Anda, entra a la ducha y yo me encargaré de la cena.

—¿Habrá emparedados? — preguntó, recordando que el antiguo Ji Yong siempre solía ofrecerle emparedados cuando lo visitaba en casa.

—Por supuesto...—rio— Y no olvides la leche con chocolate.

—Suena increíble para mí...—sonrió, viendo cómo el menor se enderezaba y caminaba hacia la puerta.

—No tardes...—asintiendo, Seung Hyun vio cómo el otro simplemente salía de la habitación, dejándolo con ese millón de mariposas revoloteando en su estómago.

¿En verdad eso había sido un recuerdo? ¿De verdad había sido tan valiente como para hacer algo con ese enamoramiento que tenía por su mejor amigo? ¿Era cierto que se habían convertido en amantes? No pudo evitar sonrojarse al recordar la imagen del rostro de Ji Yong.

La verdad era que, en definitiva, algo había entre ellos. No pudo haber imaginado el deseo que había surgido entre ambos con ese beso, ni tampoco pudo haber imaginado lo bien que el otro había respondido a su toque.

Aunque, a pesar de lo que hubiese podido suceder en todo ese tiempo que él no recordaba, aún estaba el hecho de que, se sentía solo diez años. Estaba tan confundido. Ese beso había sido el primero que él recordaba, y aún así se sentía tan compaginado con Ji Yong.

Habían pasado tres semanas desde aquel día en que SeungRi se había negado a que viese a Seung Hyun. Había intentado regresar al hospital apenas un par de días después, sin embargo, se había encontrado con la noticia de que el mayor había sido dado de alta, y absolutamente nadie podía darle más información.

Incluso había visitado el hotel en donde SeungRi trabajaba, esperando poder fastidiarlo lo suficiente como para que le dijese de una vez dónde estaba Seung Hyun, sin embargo, debía darle méritos. El ojeroso era absolutamente fiel, y no había abierto la boca en lo absoluto.

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